Tuesday, August 4, 2009

Los multibillonarios en tiempos de austeridad


Por Osvaldo Bayer / Desde Bonn, Alemania

El top manager Wendelin Wiedeking, de la empresa Porsche, dedicada a automóviles de lujo, quiso comprar a la Volkswagen, aquella que se hizo famosa con el escarabajo, el auto para que todos los humildes pudieran tener cuatro ruedas, pero resultó que la Volkswagen se compró a la Porsche. Ni más, ni menos. Y para consolar al ejecutivo Wiedeking, le dieron como indemnización por despido 50 millones de euros. Sí, 50 millones de euros.

Un hecho más que deja al desnudo el sistema que domina al mundo. Un sistema del egoísmo, de la avidez, de la injusticia. El débil se jode, como principio. «Si es pobre, por algo será», como lema. Porque el mismo día en que los ejecutivos de las dos grandes empresas llegaron a ese arreglo, los diarios traían la noticia de que la desocupación en Alemania había aumentado a 3.460.000 personas. Pero también hay que agregar más de un millón de lo que se llama trabajo abreviado, o de horario reducido por falta de tareas, con la consiguiente reducción de salario.

Lo que ganan los ejecutivos en el mundo capitalista. Volvamos a Wiedeking. En el debate sobre si lo echaban o no se supo que el top manager había ganado oficialmente 80 millones de euros durante el año 2008. Sí, algo absolutamente legal. ¿Por qué no?, se preguntarían los que manejan la riqueza. Fue un buen ejecutivo, responderían. Así salieron a la luz los altísimos sueldos de los que tienen la manija.

Por ejemplo, el señor Piech, titular de Volkswagen, es multimillonario, con una fortuna de más de mil millones de euros. Para demostrar que lo recibido como despido por Wiedeking no es exagerado, ni injusto, sino algo que se acostumbra en ese medio, las secciones económicas de los medios informativos del sistema trajeron las cifras de lo recibido por los ejecutivos de grandes empresas estadounidenses cuando fueron despedidos: Lee Raymond, jefe del consorcio petrolero Exxon, recibió como despido 350 millones de dólares; en 2007, Robert Nardelli, boss de la empresa de construcciones Home Depot, una indemnización de 210 millones de dólares; Hank McKinnell, jefe del consorcio farmacéutico Pfizer, obtuvo para irse 200 millones de dólares; Robert Eaton, presidente de Chrysler, cuando esta empresa se fusionó con la Daimler Benz, recibió 130 millones de dólares por presentar su renuncia, etcétera. La lista podría llegar hasta el final de esta contratapa.

Esas sumas son ya una costumbre en el mundo de las altas finanzas empresarias, me señala un periodista especializado en información económica. Es así, agrega, es la moraleja de la fábula, es algo que ya no se puede cambiar. Son demasiado poderosos, dominan todos los ámbitos.

Me suena como la aceptación un tanto resignada de la realidad de nuestro mundo. Pero que llama a abandonar toda resignación cuando en los diarios alemanes del mismo día podemos leer las grandes discusiones políticas acerca de que hay que aumentar de 67 años a 69 la edad para retirarse, ya que las cajas de jubilación presentan déficit cada vez más grandes, porque el ser humano vive cada vez más.

O, por ejemplo, el político demócrata cristiano Johannes Singhammer (sí, "demócrata" y "cristiano"), quien ante la protesta de que lo que reciben los jubilados alcanza cada vez menos para vivir, dijo: «Los jubilados tienen que dejar de hacer turismo en las vacaciones y darles ese dinero a los jóvenes». Claro, ahí está la cosa, hay que tomar los problemas desde sus raíces, los jubilados tienen la culpa. Por eso, el también demócrata cristiano Philip Missfelder propuso, para ahorrar, que se les niegue financiar caderas artificiales a los jubilados de más de ochenta años de edad. O últimamente, cuando el presidente de la Asociación de Empresarios, Dieter Hundt, señaló sin temor a equivocarse que «la situación económica exige una baja, en numerosos rubros, de sueldos y jornales».

Pero volvamos a los 50 millones de indemnización. Hay que reconocer que ese ejecutivo, Wendelin Wiedeking, supo hacer las cosas cuando era el jefe indiscutido de Porsche. Sí, de la fábrica Porsche. Donde se fabrica el Porsche, el auto de lujo preferido de los banqueros y ejecutivos de la New Economy en Nueva York y ahora en Moscú. Top manager que supo aumentar las ganancias de su empresa dejando cesantes a 1800 obreros de un total de 9 mil. Demostró que se podía hacer más con menos fuerza de trabajo: ahorrar ahí. No en su sueldo y beneficios. Lo que se llama científicamente el sistema social de mercado. Social.

«Somos consumidores bulímicos de la riqueza que acumulamos, tanto material como intelectual. No podemos absorber toda la producción intelectual que el ser humano ha producido desde sus orígenes».
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