Foto de Archivo de John Acosta, el primero a mano izquierda.
Por CARLOS LOPEZ DZUR
SANTA ANA: En seis ciudades de California, con demografía mayor a los 60,000 habitantes, la mayoría de la población total es inmigrante. Santa Ana es una de ellas. Las otras son El Monte, Glendale, Alahambra, Union City y otras en proceso. Es característico de estas ciudades la población joven y, de hecho, 2 de cada 4 de los californianos, entre las edades de 25 a 44 años, las edades más fértiles, es un inmigrante. Califonia recibe la proporción más grande de inmigrantes que cualquier otro estado, en proporción del 27% a 13%.
Entre 1970 y 2006, el número de residentes de California, nacido en el extranjero y, particularmente, proveniente de México y Centroamérica, ha aumentado cinco veces, de 1.8 millones a 9.9 millones. Un ex-funcionario público que ha visto este proceso es John Acosta. Para 1980, él fue uno de los concejales del Cabildo de Santa Ana. La historia que él recuerda es interesante: «Cuando fui electo por los '80, la Ciudad era 44% blanca (anglocaucásica) y otro 44% era hispánica». La configuración demográfica ha cambiado. Según el Censo del 2000, «Santa Ana is now 11.5% white and 76% Hispanic. It is also more than 10% Asian, with sizable Vietnamese and Cambodian communities».
El ex-Concejal Acosta parece coincidir con una apreciación de James Sterngold, periodista que, en tiempos en que se buscaba construir una nueva escuela (la Elemental Lorin) en 2002 y se propuso unos terrenos en Floral Park, que fue una de las áreas que permanecían con una gran población blanca, la Ciudad de Santa Ana mostró un racismo solapado y la estructura de un doble gobierno.
UNA REUNION CADA JUEVES
«Para un latino, en la situación en que estuve yo, siendo el único entonces en el Cabildo Municipal en los '80, después de Ray Villa, David Ortiz y Alfredo Serrato, tomar decisiones que fuesen justas fue difícil. Ya éramos representantes de una comunidad que crecía y se nos venían encima nuevas olas migratorias; el corazón nos decía que había que ayudarles con sus necesidades y adaptación. No teníamos más que el poder de un voto y la palabra... y los blancos y ricos en la Ciudad sacaron las uñas. Estaban en posición de poder y en mayoría numérica en el Cabildo... nos reprendían como cómplices del mexicano sin documentos. Podíamos ser ignorarnos por los mexicanos / chicanos / que no participaban en política ni informaban al indocumentado... Los gringos sabían que, al llegar a esta país, quienes se beneficiarían de las escuelas eran los niños de la población inmigrante y el blanco no quería ni verlos cruzar la calle. Ni que se les ocurriera a sus padres mudarse a las zonas buenas de la ciudad, como Floral Park».
John Acosta recuerda una costumbre que inició durante su vigencia como concejal. Tener su oficina disponible, abierta, para recibir a los ciudadanos. Atendía en sus citas a latinos, legales o ilegales. Se abría en diálogo. Escuchaba, aconsejaba, y era una persona cada media hora durante todo el día. Recordó el consejo que solía dar a los mexicanos que lo visitaban: «Sé que están preocupados por el pago de la casa, el carro, los hijos en la escuela; pero, es importante estar informado. Que sea una prioridad leer las noticias, verla en la televisión y los periódicos. Es bueno para no dejar que nos engañen. Hay que estar al pendiente... Sé que a veces parece que falta tiempo para eso; pero mira ahora, hoy que somos la mayoría, nos tiran como burros, porque no estamos informados. Es nuestra responsabilidad estar enterados; aprender inglés, el idioma, y entender la situación que vivimos cualquiera sea el idioma», así concluyó el hombre que trabajó cuarenta años como contratista y se acogió a la jubilación en el servicio público.
De hecho, dedicar un día, como él los jueves, a la gente, me pareció un excelente consejo para los cualquier aspirante a servir en un escaño público. Pensé que hasta sería útil que se dijera a los latinos que visiten sus oficinas: «Saquen tiempo para leer las noticias para que nos nos tiren insultos como a burros y ganemos respeto de quien nos menosprecia por ser latinos».
John Acosta, hijo de trabajadores del campo y electo como republicano, cuando advino como miembro del Cabildo de Santa Ana, había servido antes en la Comisión de Desarrollo Urbano. Acosta recordó, en conversación que sostuvimos durante el cumpleaños de Art Mendoza, candidato a concejal en Santa Ana por el mismo Ward 3 que Acosta representara, cómo fueron aquellos años. Sus compañeros en el Cabildo eran los benditos y recomendados por una Junta de Gobernadores o Notables («la gente más poderosa de Santa Ana»). «Los candidatos que no recibieran esa bendición no participaban. Esta Junta publicaba una página completa en el diario The Register, aprobando al que participaba y recibía el endoso... El procedimiento recuerda mucho lo que se hacía en México durante la época del PRI, sólo que el dedazo (o destape de un candidato aceptable) en Santa Ana lo daba la junta de políticos y empresarios ricos, todos gabachos, y la decisión era publicada a página completa en el diario. Es decir, voten por éstos candidatos. Crean que son los mejores. Los investigamos y los aprobamos. Entonces, el blanco votaba fielmente por eso; el latino, aún el que ya tenía el derecho al voto, se quedaba en su casa».
Desde mediados de1980, la política del Condado de Orange todavía estaba dominada por el Partido Republicano. Cinco de los 6 congresistas del Condado, cuatro de sus cinco Senadores Estatales y 7 de los 9 miembros a la Asamblea Legislativa en Sacramento eran republicanos, así 4 de los 5 membros de la Junta de Supervisores del Condado. «Esto era una parte del problema. Los blancos poderosos lo acaparaban todo y los latinos estaban políticamente desacreditados, porque decían que eran chicanos, ni de aquí ni de allá (México). Además de ser revoltosos, anti-americanos».
Y cuenta Acosta que estaba solo en un Cabildo Municipal, que era el espejo de los lineamientos de los republicanos que habían dotado al Condado de una legendaria fama de ideología conservadora, racista y pro-comercial. El Condado tuvo como símbolo a la familia del ex-congresista Republicano y candidato presidencial en 1972: el ultraconservador John G. Schmitz. Y, más recientemente, Bob Dornan. A pesar del crecimiento de las poblaciones hispánicas y asiáticas en las décadas subsiguientes, cuyo impacto cultural ha sido obvio en el Condado de Orange, la reputación conservadora se mantuvo intacta y aún se dio unas libertades que Acosta llamó «temerarias». Se atrevieron encarar al chicano y ponerlo a pelear con el mexicano indocumentado «Y como el mexicano ilegal no sabía dónde está parado, no leía ni se informaba, lo que sucedería es que todos jugarían con él».
Estando Acosta en el Cabildo Municipal, del que llegó a ser vice-Alcalde en dos ocasiones, atestiguó la intimidación ilegal de electores. «Pero antes de darse ésta, se intimidaba a los indocumentados. Todavía no se les echaba la Migra en los vecindarios; pero se les maltrataba con estereotipos».
«Hablar contra el inmigrante es fácil si nos apreciamos lo duro que trabajan. Lo que es un reto de creatividad es defenderlo. Quien no tiene simpatía sólo dice lo que el anglo ordena para que parezcamos muy informados y sabios en urban policies»: El número de las sucesivas oleadas de inmigrantes encarecen el costo de la vivienda, al mismo tiempo que la abarrotan, sobreocupan y deterioran, entre otros resultados. Las viviendas hacinadas bajan la calidad de vida e impactan negativamente los entornos de los vecindarios.
Para Acosta, hoy se dicen y se ejecutan contra los inmigrantes cosas muchos peores. Muchas veces, los verdugos del inmigrante son los inmigrantes mismos. A los niños de los inmigrantes se les hostiga más en las pandillas, hoy más que antes. «Querer vivir en una casa de 5, casi 20 personas, es una forma de atropellar a los más pequeños. Es un sacrificio desproporcionado». Y como estos niños, hijos de inmigrantes están más de cuatro veces más propensos a vivir en casas abarrotadas de gente que los nativos de aquí, su privacidad es menos. «Buscan la calle, para respirar; estudian menos porque su casa no es la apropiada para que lo hagan. No se puede competir con el ruido, la televisión, la plática de los parientes y los inquiinos... Esto sin contar lo que significa que una vivienda o apartamento para una sola familia termine siendo el de otras cinco. Viene luego el problema de seguridad pública, el de la basura y su recogido, el problema de los maestros en las escuelas, volviéndose locos con los niños de los inmigrantes».
Agrega: «Vivir hacinados, como sardinas, en un apartamenteo está asociado a la transmisión de enfermedades como la tuberculosis o a problemas respiratorios; también a los riesgos de resultar lastimado o a la muerte, en caso de peligros como el fuego. Los dirigentes políticos y comunitarios deberían de estar educando sobre estas cosas. Quizás por no hablar lo que debieran es que no se ganan el cariño de la gente».
Jubilado del servicio público, el ex-contratista de la construcción, Acosta hizo énfasis sobre la importancia del barrio. La primera carta de presentación que una comunidad inmigrante puede dar de sí es la imagen de su propio barrio. Un ambiente tranquilo, un entorno limpio, sin ruido, sin desperdicios y sin peleas, habla de la educación de quien llega. «Pero, en Santa Ana y el Condado de Orange, como dos fuerzas opuestas se pelearon las gentes que no han atendido el problema de la inmigración. Dos bloques de votantes distintos. Unos que son los republicanos de los '80 y otros, liberales demócratas y progresistas; unos, por racistas, no llegaron a representar los estadounidense promedio, una moral religiosa, capitalista... El Condado de Orange y la Santa Ana que conozco es como una Tierra de Ciegos... Ni demócratas ni republicanos ven lo que sucede. Ni siquiera el latino mismo entiende lo que sucede con él. Esta es la Tierra de Steve Wonders, tú, el cantante ciego».
Santa Ana es un punto central, pero con una gran periferia alrededor. Cuando en Santa Ana se agote la existencia de vivienda disponible, cuando se acabe la tolerancia a vivir con hacinamiento o en cacerías policíacas estos vecindarios sean saneados por las autoridades migratorias, la población inmgrante se desplazará a otras ciudades.
En la nación, prensa escrita y televisión, Virginia Kice, portavoz de la Agencia Federal de Inmigración, anunció que 600,000 inmigrantes indocumentados ignoraron las órdenes de deportación. «La falta de respeto a toda esa comunidad fue hacer creer que se trataba de criminales». En casas y apartamentos de Santa Ana se arrestaron a 338 y otros 423 que fueron identifcados en cárceles del área desde el 17 de enero. «Of the 761 people arrested, more than 450 have already been deported», dijo Kice. «Y no todos eran mexicanos. Había polacos, ucranianos, japoneses y gente de la India y Trinidad; pero el poder no sirve de nada a la gente a los indocumentados, a los latinos, cuando están llenos de miedo... y la gente con poder sólo quiere creer que está en lo correcto al llamarlos criminales».
Este fue el primer problema con el que tuvo que luchar y sobre el que fueron famosas las ordenanzas municipales. El gobierno de la Ciudad de Santa Ana decidió que se combatiría el hacinamiento habitacional («crowding»), al rehusar construir más de casas de apartamentos y aprobar ordenanzas contra el hacinamiento en los 1980. «Aún así, eso no funcionó».
Santa Ana creció por más de 45,235 residentes durante los 1990s,. Sólo se añadieron unas 1,391 unidades habitacionales más. «That’s nearly 32 people for each extra dwelling. That pushed Santa Ana’s average household size from 4.0 people to 4.55-versus a national average of 2.59». [Vea: Immigration and Crowded Housing].
Otras de las etapas vivenciales [en este «white racist bastion» del Condado, donde se ha bromeado sobre presuntad alianzas secretas del Ku Klux Klan y Neo-Nazis], ha sido evitar que los latinos y otros grupos minoritarios se muden a ciudades y sectores que quieren conservarse homogéneos y blancos. Ellos mismos, cada grupo por sus particulares motivos, practican un tipo de segregación residencial. Si bien hubo un tiempo de intentos policíacos de realizar perfiles raciales de niños, la verdadera segregación avanza según se intensifica el rechazo político de los migrantes y, en este particular, el rechazo del mexicano.
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Bibliografía
«Immigration and Crowded Housing», en: FAIR: (siglas inglesas de Federation for American Immigration Reform) Ver
Immigrants in California, en PPIC [Public Policy Institute of California: June 2008]
«Southern California immigration raid nets 761 arrests», en: AP
Ami Taxin, «Immigrant rights rally draws only 200 marchers to Santa Ana", en: OC Register.
Ver
James Sterngold, «In a Largely Latino City, 2 Governments Emerge», en: The NY Times, February 23, 2002. Ver
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