Sunday, July 26, 2009

La Nación en llamas: Algo sobre el libro de Clay Risen



Facsímil de portada del libro A Nation on Fire: America in the Wake of the King Assassination [John Wiley & Sons, 2009, 304 ps.], escrito por Clay Risen.

Por CARLOS LOPEZ DZUR / Historiador / De La Naranja de OC

El editor de Democracy: A Journal of Ideas, Clay Risen utilizó el material de la cobertura periodística hecha por The Washington Post y el gran acervo de documentos secretos, recientemente desclasificados, para escribir un libro fascinante, esencial y que se suma a la compilación de artículos publicada por The Washington Post para el libro Ten Blocks from the White House. Ciertamente. se necesitaba una historia sobre los disturbios desatados a pocas horas del asesinato del Dr. Martin Luther King el 5 de abril de 1968 y que, como el título destaca, pusieron a la nación en llamas. A Nation on Fire: America in the Wake of the King Assassination [2009] es una reconstrucción informativa de los motines, ciudad por ciudad, en EL marco de UN análisis mayor, el surgimiento y desarrollo de la Era de los Derechos Civiles. Si bien la violencia, cuyas causas se exploran en el libro, comenzó el día 4 de abril de 1968, en la capital política de la nación americana, Washington, D.C., se extendió por lo menos a 110 ciudades. Washington, Chicago y Baltimore, fueron las más afectadas.

Este libro de Risen es el primero que narra para el público general las condiciones de tensión que se vivieron nacionalmente al ocurrir el asesinato de King (poco después el mismo año se asesinaría a Robert Kennedy, candidato presidencial demócrata). El autor nos ofrece anécdotas recogidas de testigos, participantes y víctimas, diez días antes y diez días después de los motines y quemazones, pero, sobre todo, las estadísticas básicas que dan una idea del recuento de daños, así como percepciones descriptivas «from witnesses and participants in the rioting, looting, and arson».

Según los datos citados en el libro, el Departamento Policíaco del Distrito de Washington, D.C. contaba con una fuerza de 3,100, pero las turbas airadas en las calles sobrepasaban los 20,000 personas. El Presidente Lyndon B. Johnson despachó unas 13,600 tropas federales, incluyendo 1,750 miembros de la. Guardia Nacional del Distrito. Se movilizó a marinos con cañones, apostándose en las escalinatas del Capitolio y tropas del Regimiento Tercero de Infantería para proteger la Casa Blanca. No se había visto tan grande ocupación militar de Washington desde los días de la Guerra Civil.

Un importante aporte en este marco es la documentación del esfuerzo del Presidente Lyndon Johnson para mantener el orden. La clara comprensión que Risen tiene de la polarización. El país impugnará a Johnson como si su manejo de la situación fuese desacertado o negligente. Se documenta además el efecto de los discursos de Robert Kennedy y Stokely Carmichael que, al menos temporalmente, contuvieron la violencia. Cuando la ciudad de Washington fue pacificada, el 8 de abril, como informó el Alcalde, el saldo ocasionado por el terror y la violencia fue: 1,200 edificios quemados (900 tiendas); en las viviendas quemadas se hallaron los cadáveres, calcinados o asfixiados, de 12 personas; unas 1,007 personas fueron heridas, o gravemente lesionadas y las autoridades policiales y militares arrestaron a 6,100 personas. El costo monetario de tal violencia equivaldría a más de $156 millones (daños cotizados en 1968 en $27 millones).

La primera tarea de Risen fue puntualizar las diferencias entre las luchas abolicionistas, las luchas organizadoras que se originaron en 1896, pasando por las tareas litigadoras que se asignara la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), al fundarse en 1909 y el fenómeno del Movimiento de Derechos Civiles per se, estrictamente afroamericano (1955–1968), que cambia la litigación por la acción directa y la participación masiva. Se ha observado justamente que este periodo no se había tratado en profundidad, si bien hay muchos trabajos históricos sobre el «movimiento de derechos civiles» (MDC) en general y la problemática del afroamericano como ciudadano sujeto a irrepresentación, violencia y pobreza

De lo previamente escrito se describe el inicio del siglo, 1900 y los decenios sucesivos, como «el nadir de las relaciones de raza» en los EE.UU., esto es, una época de discriminación y racismo abierto. Arrastrar esa tara sicológica fue un defecto nacional de mayoría. Lo interesante en la perspectiva de Risen es que él está dispuesto a indagar en las causas de cada motín, su vínculo con el carácter idiosincrático del blanco y hasta qué punto, «the emotional toll», afectará la percepción que se haga de la lucha. Risen correlaciona el racismo residual, la educación política moldeada por una mentalidad de dominio, a una subsecuente pérdida de apoyo para el MDC entre las mayorías blancas, a lo que hay que sumar que ese movimiento afroamericano, preconizado con actos de desobediencia civil como los de Rosa Parks (que inspirara el Boycott del Autobuses en Montgomery, 1955–1956, la desegregación escolar en Little Rock, (1957) y los Sit-ins, en 1960, llevaron irremesiblemente a una nueva consciencia para el registro de votantes negros y de práctica de tolerancia en las relaciones raciales.

Lo que peodujo ese estallido polarizador del 1968 fue un proceso, aceleradamete acumulativo, en los que figuras históricas como las del Dr. Luther King tendrán un impacto, profundo y dinámico de corto y largo plazo, muerto o vivo, en las políticas gubernamentales, las actitudes sociales y la configuración del futuro.

Como unas de las interrogantes que genera el análisis de Risen, una es si los motines consolidarán las actitudes y tendencias que habrían de destruir el «momentum» alcanzado hacia el progreso en las relaciones raciales. El piensa que sí. El liberalismo doméstico de posguerra fue «fatalmente herido»; intensificó las divisiones entre negros y blancos y, peor aún, «condenó a la América urbana a décadas de pobreza y criminalidad». Si bien seguido al asesinato de Martin Luther King, Johnson firmó el Acta de Derecho Civiles de 1968, los problemas no quedaron resueltos. Las poderesas élites políticas de los racistas pidieron más castigos para el afroamericano rebelde y toda persona que los apoyara. La palabra liberalismo representó lo anatémico. Y las formas de lucha, tales como marchas no autorizadas y sit-ins, que ya se comenzaban a popularizar desde los primeros años de 1960, se consideraron obstructoras e incitaciones para crear caos.

Desde 1890 al 1908, los Estados de la antigua Confederación habían creado constituciones que tenían provisiones para quitar el poder del voto a los afroamericanos y a diez mil norteamericanos blancos pobres. Para 1900 y décadas sucesivas, casi todos los funcionarios electos en el Sur de la nación eran miembros de los «Demócratas», el partido de los blancos. A este partido de entonces los afroamericanos no lo tenían en simpatía. Su partido fue el Partido Republicano (que cambiaría de nombre), mas fue entonces «el Partido de Lincoln».

La era post-Reconstrucción se convirtió en un sistema conocido como «Jim Ctrow» que todavía para los primeros años de los Cincuenta estaba intacto, «Por más de 60 años», explica Risen, «los negros no pudieron elegir una sola persona en el Sur para representar sus intereses en el Congreso». Los demócratas blancos controlaban políticamente sobre el Sur y las violaciones de derechos civiles, así como toda índole de tensiones sociales, en el Sur eran más intensas que en cualquier otra región, afectando a los afroamericanos, particularmente. Hay una extensa bibliografía con que se pude enriquecer la lectura de A Nation on Fire, si la idea es plantearnos cómo históricamente la nación ha acudido a la represión política. [Gilbert, Martin. 1997. A History of the Twentieth Century, Volume One: 1900-1933. New York: Avon Books. y Goldstein, Robert Justin. 1978. Political Repression in Modern America. Cambridge, Mass.: Shcenkman Publishing Company].

MEDICINA DE REPRESION PARA EL LIBERALISMO: JJJ

PROBADITA DEL PROPIO CALDO: KKK

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