SUSTENTABILIDAD / La Vía CampesinaA pesar de la concepción errónea que se tiene de que los sistemas industriales de producción del agronegocio son los más productivos, muchos estudios han demostrado en los últimos años que las pequeñas fincas son más productivas que las grandes y los sistemas agroecológicos, sostenibles y/o orgánicos son tan productivos, y en muchos casos, más productivos que los monocultivos dependientes de insumos químicos. Los sistemas más productivos por unidad de área son los sistemas agroecológiocos, altamente integrados, de las pequeñas fincas.
La crisis de precios de la alimentación del 2008 y la más reciente subida de precios, han centrado la atención sobre la capacidad del sistema alimentario global de alimentar al mundo. En La Vía Campesina, la alianza global de organizaciones campesinas y de agricultores familiares, consideramos que el sistema agroecológico de producción de alimentos a pequeña escala es el que da la mejor respuesta a las demandas del presente y del futuro.
Sin embargo, no podemos negar que nuestra capacidad colectiva de producir alimentos suficientes –lo que incluye el cómo los producimos- es una pieza clave en el rompecabezas del fin del hambre. Aquí es donde el modelo industrial de monocultivos a gran escala de las corporaciones del agronegocio nos falla y donde los sistemas agrarios campesinos basados en la agroecología y la soberanía alimentaria ofrecen tanta esperanza. (Altieri, 2009).
Principios de la agricultura campesina sostenible: Se pueden encontrar ejemplos de agricultura campesina y familiar sustentables en todo el planeta, por lo que existe una amplia terminología para referirse a ésta. Dependiendo de los sitios donde se realice, se emplean los términos agroecología, agricultura orgánica, agricultura natural, agricultura sostenible de bajos insumos, y otros. En La Vía Campesina, no queremos decir que un nombre es mejor que otro. Preferimos especificar los principios que defendemos.
En realidad, la agricultura campesina sostenible viene de la combinación del descubrimiento y revalorización de los métodos campesinos tradicionales y de la innovación de nuevas prácticas ecológicas.
Entre los principios clave, se encuentran los de la agroecología (Altieri, 2002):
1. Fomentar el reciclado de la biomasa y optimizar la disponibilidad de nutrientes y el balance de flujos de nutrientes.
2. Asegurar unas condiciones de suelo favorables para el crecimiento de las plantas, realizando un buen manejo de la material orgánica, las cubiertas vegetales y la activita biótica del suelo.
3. Minimizar las pérdidas de energía solar, de aire y de agua, adecuando el manejo al microclima local, e incrementando las coberturas para favorecer la recogida de agua y el manejo del suelo.
4. Diversificación del agroecosistema, en el tiempo y el espacio, de especies y genéticamente.
5. Fomentar las interacciones y sinergias biológicas benéficas entre los componentes de la agrobiodiversidad, para promover los procesos y servicios ecológicos clave.
No consideramos que la sustitución de insumos “malos” por “buenos”, sin modificar la estructura del monocultivo es sostenible. (Rosset y Altieri, 1997).
La aplicación de estos principios a las complejas y diversas realidades de la agricultura campesina requiere que el campesinado se (re-)apropie activamente de sus sistemas de producción, adecuándolos a su conocimiento local, su ingenio y a su capacidad de innovación.
Estamos hablando de fincas relativamente pequeñas, manejadas por familias campesinas o por comunidades. Las fincas pequeñas permiten el desarrollo de la biodiversidad funcional manejando producciones diversificadas, integrando cultivos, árboles y animales. En este tipo de agricultura no se necesitan, o se necesitan menos, insumos externos ya que mucho puede ser producido en la propia finca.
El sistema alimentario del agronegocio no puede alimentar al mundo: Con una estimación de 925 millones de personas hambrientas en el mundo, y con una proliferación galopante de enfermedades causadas por el sistema alimentario —como malnutrición, obesidad, diabetes, enfermedades de corazón, cáncer y fiebre porcina—, no es una exageración decir que el sistema alimentario de las grandes corporaciones está fracasando a la hora de proveernos de alimentos adecuados y sanos.
El hecho es que, bajo las leyes de este sistema, los alimentos se desplazan, dentro de la economía global, de las áreas de pobreza y hambre, a las áreas de dinero y abundancia.
Y la alimentación está siendo homogeneizada en una dieta sobre-procesada y no saludable que se basa en grasas, azúcares, féculas y residuos químicos y cancerígenos, deficiente en fibras, proteínas, vitaminas, frutas y vegetales.
Por ultimo, los métodos de producción usados para producir los alimentos del agronegocio –monocultivos, maquinaria pesada, riego excesivo, plaguicidas y abonos químicos, semillas transgénicas, etc.— están degradando rápidamente los mejores suelos del planeta, al provocar su compactación, salinización, esterilización, erosión y pérdida de biodiversidad funcional tanto dentro como sobre el suelo.
LA REVOLUCION VERDE; Las cosechas que durante décadas aumentaron por la tecnología de la llamada «revolución verde» están ahora llegando a su máximo, y en algunas regiones han empezado a decrecer.
Con este sistema alimentario dominante, no hay futuro posible para la humanidad ni para el planeta. De hecho, apenas hay un presente. El campesinado y la agricultura familiar alimentan al mundo hoy en día.
A pesar de que el agronegocio controla la mayoría de las tierras arables –especialmente las de mayor calidad- en casi todos los países del mundo, es gracias al campesinado y a la agricultura familiar que disponemos actualmente de comida. En cada país, la agricultura de pequeña escala controla menos de la mitad de las tierras agrarias, pero produce la mayor parte de los alimentos consumidos. Ver: Agronegocio en Brasil
Un ejemplo típico es el del reciente censo agropecuario de Brasil. El campesinado y la agricultura familiar manejan tan solo el 24,3% de las tierras agrarias, pero representan el 84,4% de las fincas y dan empleo a tres veces más personas que lo hace el agronegocio (que en Brasil depende del salario del hambre, con numerosos casos recientes de trabajo esclavo y de contratos de miseria).
En la cuarta parte de tierras arables que manejan, esta agricultura de pequeña escala produce el 87% de toda la yuca, el 70% de los frijoles, el 46% del maíz, el 34% el arroz, el 58% de la leche, el 50% de las aves de corral, el 59% de porcino y el 30% de bovino, el 38% del café, entre otros muchos productos alimenticios. El campesinado cuenta con menos del 25% de las tierras agrarias, pero genera 40% de todo el valor agrícola. Y Brasil es un país reconocido, a nivel internacional, por la supuesta productividad y eficiencia de su agronegocio nacional e internacional, así como por la concentración de tierras en manos de pocos. Pero sigue siendo el campesinado y la agricultura familiar brasileños los que alimentan al pueblo de Brasil. Y este modelo se repite en todo el mundo. El campesinado y la agricultura familiar tienen vocación de producir alimentos. El agronegocio tiene vocación exportadora. El agronegocio brasileño se dedica a alimentar el ganado de Europa o a producir etanol para los automóviles, pero no alimenta a los niños y niñas hambrientos de Brasil.
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EL LIBRO DE LA GUERRA / Indice: El libro de la guerra / De los objetivos estratégicos / Descripción del pene del diablo / Prat dels cremats / Prado de los quemados / El historiador
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