Thursday, June 16, 2011

Saber leer no es suficiente


SEQUOYAH / 78 / 79 / LIBROS / / Premio en UCI, Irvine / Declamador Abelardo Cano

Por Jorge Zavalera Alegre
La alfabetización es el principio de un fin: Las flores de la papa, oriunda de los andes, son azules, rosadas, amarillas, multicolores, como las tantas variedades que existen exclusivamente en las alturas de Ayacucho y Huancavelica. Y la conservación natural de este tubérculo que salvó a Europa de la hambruna generalizada, es uno de los logros más espectaculares de la milenaria cultura peruana.

Sin embargo, por los efectos del cambio climático y la minería, la papa y otros cultivos son amenazados con plagas desconocidas, que los agrónomos modernos solo pueden combatir con insecticidas de marca. La introducción en ese mercado rural, intangible por siglos, encuentra opositores entre muchas familias y comunidades, gracias a las escuelas y colegios rurales y los programas de alfabetización de los adultos.

En la vida rural de América Latina, acabar con el analfabetismo es un buen punto de partida para enfrentar las agresiones de la realidad. Los esfuerzos en la última década de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador y Perú, son logros sociales importantes, pero insuficientes en la medida que el crecimiento macroeconómico no tenga un impacto directo en los pueblos más alejados. Lo dramático es que después de cinco siglos, el analfabetismo siga siendo aún preocupación en la agenda de los derechos humanos.

Aunque la UNESCO y otras instituciones especializadas hayan ensayado nuevas definiciones sobre el analfabetismo, sigue siendo considerado una grave enfermedad, en tanto una persona no tenga la capacidad de discernir el entorno que lo acosa y pueda modificar su condición de marginalidad. El analfabeto es víctima de una afección física y espiritual sumamente grave contra sus derechos elementales.

Qué pasa con el migrante que llega a la gran ciudad donde no puede escribir ni menos interpretar los reglas del tránsito, las formas de desplazamiento, los semáforos, la semiótica urbana y aún la agresión, burla y mofa de los habitantes.

América Latina, diversa y pluralista, ha asumido que una de las grandes aspiraciones de los sistemas educativos es la alfabetización universal, como elemento de partida para llevar una revolución educacional. Sin embargo, los resultados están condicionados por la pluralidad cultural y lingüística al interior de los pueblos, en contraposición a los idiomas "oficiales", principalmente el Español y el Portugués.

Hace medio siglo, los países industrializados ya tenían altos niveles de alfabetización. En América Latina se consideraba que leer y escribir eran condiciones necesarias, pero no suficientes para superar las tensiones sociales, incluso de las diferencias entre los beneficiados de la educación oficial o escolarizada y la educación alternativa.

Un factor presente en los programas de alfabetización es la larga historia y las civilizaciones antiguas que aún ejercen influencia en la cultura regional, junto al peso de la colonia, las influencias del mundo moderno y la globalización que ha aminorado discrepancias entre ideologías neoliberales y matices del socialismo.

La educación en la Región se ha convertido en el bastión político para enfrentar la mayor competitividad países y crecimiento industrial acelerado como México y Brasil, alterando la estructura de la fuerza laboral, las demandas de empleo y el rol regulador de los estados y la prevalencia mercantil de los sectores privados en el quehacer educacional.

En la lengua española, alfabetizado y alfabetización nos llevan a la connotación de letrado, con ciertas excepciones pertinentes. El alfabetismo en América Latina requiere abordar la diversidad lingüística y sus implicaciones educativas, que a su vez, son específicas para cada nación.

En México la población indígena es de 5 millones de habitantes, con 62 lenguas vernáculas. En Colombia, en Vaupués de la región Amazónica, la población indígena era cinco veces mayor a la caucásica, porque su condición bilingüe y en varias lenguas vernáculas, incluso algunas carecen de código impreso y consecuentemente el alfabetismo apenas existe.

En el Perú, entre el altiplano de Puno y la Amazonía existen unos 40 familias etnolingüísticas, y la educación bilingüe es de transición al idioma oficial y de alfabetización en la lengua de prestigio.

El Perú, en junio del 2011 se ha declarado libre de analfabetismo, habiendo alfabetizado en el último quinquenio a un millón 760 mil peruanos, 70 % de los cuales eran mujeres. El programa sigue operando porque 550 mil alfabetizados continúan su trabajo para continuar aprendiendo.

Según información oficial, en el Perú se han destinado 270 horas de estudio en el aprendizaje de las letras, la escritura y la lectura de textos, además en las operaciones matemáticas más importantes.

Si todos los niños tuviesen las mismas posibilidades de acceder a los códigos culturales que les permiten manejarse en la sociedad, la legitimidad del orden social sería inexpugnable, la movilidad social un dato cotidiano, señala más de una severa investigación académica.

En la década del setenta, además de la educación formal o escolarizada, las naciones emprendieron programas de educación abierta, a distancia y no formal, para adultos de poca o ninguna escolaridad, en zonas urbanas y rurales remotas. Los avances fueron impresionantes.

La Educación Alternativa, según el ideal de Paulo Freire, derivada de sus experiencias en áreas rurale/s de Brasil, se orienta a que los participantes de los programas educativos desarrollen una conciencia crítica. La dificultad es que esta educación y los programas de alfabetización solo cuentan con la sanción y el apoyo financiero gubernamentales, con corta presencia de maestros o promotores.

La alfabetización es solo uno de los muchos componentes requeridos en programas dirigidos a poblaciones marginadas. El valor de la inmediatez es aún patente en América Latina. Se requiere de la formación de maestros y continuidad de maestros en servicio.

La literatura popular puede ser un recurso valioso para la alfabetización. Algunas otras destrezas como la informática o las nociones elementales de cálculo aritmético básicas son claves en las definiciones más amplias de alfabetización.

El analfabetismo se mide en el número de personas adultas que no han logrado los niveles mínimos de alfabetización. Esta cifra incide en la capacidad de producir riqueza, en el acceso a nuevas oportunidades y en la igualdad social.

Se calcula que a principios de este siglo había unos 90 millones de personas analfabetas, información que no ayuda a la detección y solución del problema, por la opacidad de los datos de determinados gobiernos como el de Honduras y Haití.

El analfabetismo se ha reducido a la mitad entre 1970 y 2010. Alfabetizar se considera el primer nivel de la educación de adultos, y equivale a los primeros cursos de educación primaria. Unesco estima al 2009 en 39 millones los analfabetos en América Latina y el Caribe. La erradicación al 2015 demandaría un gasto de 6.900 millones de dólares. En 10 de 22 países la tasa de analfabetismo es igual o superior al 10 por ciento y en cinco de ellos supera el 20 por ciento.

De acuerdo a los estándares internacionales, un país ha logrado la alfabetización, si que pendiente menos del 4% de analfabetos. Por ello, el concepto de alfabetización funcional y el de su anverso, plantea una perspectiva de redefinición: Ser analfabeto es pertenecer a una cultura letrada y no dominar las técnicas de escribir y leer. De ahí que este concepto de analfabeto no tendría sentido en sociedades con culturas orales.

La alfabetización funcional, es un término acuñado en los años treinta en los Estados Unidos por The Civilian Conservator Corps, para indicar la incapacidad de ciertos individuos de hacer frente a las exigencias de la vida diaria:

El indicador de identificación del analfabetismo funcional sería el hecho de no haber cumplido los tres años de escolaridad. El segundo significado, relacionado con los años de escolaridad, ha sufrido fluctuaciones con el paso de los años, lo que hace que esta variabilidad lo cuestione como criterio o indicador de alfabetizado funcional.

Pero la alfabetización no sólo puede ser visto como el aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo, sino como una contribución a la liberación del hombre y a su plena realización. La alfabetización está universalmente reconocida como un factor del desarrollo político y económico, del progreso técnico y de los cambios socioculturales, y que por eso debe formar parte integrante de todo plan de educación de adultos.

El analfabetismo constituye, como problema político, una injusticia social y en este sentido directamente nos conduce a los derechos humanos como fundamento de reclamo axiológico y de denuncia política mundial para su erradicación.

Conclusiones testimoniales recogidas en diversas comunidades: Los niños de la zona rural llegan a la escuela prácticamente nulos en cuanto a la lengua escrita... Las familias no usan la lectura y la escritura; a ellos les interesan otras actividades en las cuales no las incluyen... Las familias esperan todo de la escuela, dan su apoyo incondicional...
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