Por Frei Betto / Escritor de Alai AMLatina
Al igual que los supermercados, las iglesias se disputan la clientela. La diferencia está en que ellos ofrecen productos más baratos y ellas prometen alivio al sufrimiento, paz espiritual, prosperidad y salvación.
Sin embargo no hay enfrentamiento en esa competición. Lo que sí hay son prejuicios explícitos en relación a otras tradiciones religiosas, en especial hacia las de raíces africanas, como el candomblé o la macumba, y al espiritismo.
Si no cuidamos ahora esa demonización de expresiones religiosas distintas de la nuestra se puede terminar, en el futuro, en actitudes fundamentalistas, como el “síndrome de cruzada”, o sea la convicción de que, en nombre de Dios, el otro debe ser desmoralizado y destruido.
Quien más incómoda se siente con la nueva geografía de la fe es la Iglesia Católica. Quien fue reina, no pierde nunca la majestad… En los últimos años el número de católicos en Brasil descendió el 20%. Hoy somos el 73.8% de la población. Y nada indica que recuperaremos el terreno en un futuro próximo.
Como un elefante en una autopista, la Iglesia Católica no logra modernizarse. Su estructura piramidal hace que todo gire en torno a las figuras de los obispos y los sacerdotes. El resto son ayudantes. A los laicos no se les da más formación que la del catecismo infantil. Compárese el catecismo católico con la escuela dominical de las iglesias protestantes históricas y se verá la diferencia de calidad.
Los niños y jóvenes católicos no tienen, en general, casi ninguna formación bíblica y teológica. Por lo cual no es raro encontrarnos a adultos que mantienen una concepción infantil de la fe. Sus vínculos con Dios se mueven más por la culpa que por la relación amorosa.
Considérese la estructura predominante en la Iglesia Católica: la parroquia. Encontrar un sacerdote disponible a las tres de la tarde es casi un milagro. Mientras hay iglesias evangélicas en que los pastores y servidores están presentes toda la noche.
No estoy insinuando que se moleste más a los curas. La cuestión es otra: ¿por qué la Iglesia Católica tiene tan pocos pastores? Todos sabemos la razón: al contrario de las demás iglesias, ella exige de sus pastores virtudes heroicas, como el celibato. Y excluye a las mujeres del acceso al sacerdocio. Tal clericalismo entorpece la irradiación evangelizadora.
El argumento de que debe seguir así porque lo exige el Evangelio no se sustenta a la luz del propio texto bíblico. El principal apóstol de Jesús, Pedro, era casado (Marcos 1: 29-31), y la primera apóstola fue una mujer, la samaritana (Juan 4: 28-29).
Mientras no se ponga un punto final a la deconstrucción del concilio Vaticano II, realizado para renovar la Iglesia Católica, los laicos continuarán siendo fieles de segunda clase. Muchos no tienen vocación al celibato pero sí al sacerdocio, como sucede en las iglesias anglicana y luterana.
Aunque Roma insista en fortalecer el clericalismo y el celibato (a pesar de los frecuentes escándalos), ¿quién conoce una parroquia llena de vitalidad? Hay algunas, pero son raras, por desgracia. En general los templos católicos permanecen cerrados de lunes a viernes (¿por qué no aprovechar el espacio para clases o actividades comunitarias?); las misas no resultan atractivas; y los sermones vacíos de contenido. ¿Dónde están los cursos bíblicos, los grupos de jóvenes, la formación de laicos adultos, el ejercicio de meditación, los trabajos voluntarios?
¿En qué parroquia de barrio de clase media los pobres se sienten como en casa? No es el caso de las iglesias evangélicas: basta entrar en una de ella, incluso en barrios ricos, para constatar cuánta gente sencilla se encuentra allí.
Además, las iglesias evangélicas saben manejar los medios de comunicación, incluso la televisión abierta. Se puede discutir el contenido de su programación y los métodos de atraer a los fieles. Pero saben hablar un lenguaje que el pueblo entiende y por eso alcanzan tanta audiencia.
La Iglesia Católica trata de correr detrás con sus misas-espectáculo, los curas aeróbicos o cantores, los movimientos espiritualistas importados del contexto europeo. Es la espectacularización de lo sagrado; se habla a los sentimientos, a la emoción, y no a la razón. Es la semilla en terreno pedregoso (Mateo 13: 20-21).
No deseo correr el riesgo de ser duro con mi propia iglesia. No es cierto que ella no haya encontrado nuevos caminos. Los encontró, como las Comunidades Eclesiales de Base. Pero por desgracia no son suficientemente valoradas porque amenazan el clericalismo.
Por lo demás, las CEBs realizarán su 12º encuentro intereclesial del 21 al 25 de julio de este año en Porto Velho (RO). El tema: Ecología y misión. El lema: Del vientre de la Tierra al grito que llega de la Amazonía. Esperan a más de tres mil representantes de las CEBs de todo el Brasil.
Qué bueno sería que el Papa participara en este encuentro tan profundamente pentecostal. (Traducción de J.L.Burguet)
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Frei Betto es escritor, autor de Mística y espiritualidad, junto con Leonardo Boff, entre otros libros.
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