Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño
Vivimos en un mundo de muchas tribulaciones. Las acciones de los hombres y mujeres nos ponen a pensar hacia dónde nos dirigimos. Parece ser que nuestro intelecto y nuestras experiencias no nos sirven de mucho. Los pueblos, supuestamente, están gobernados por hombres y mujeres muy bien educados y adiestrados para llevar a cabo esa misión. Sin embargo, vemos que la vida en este planeta, está cada día más difícil y complicada. Por cada solución que encontramos nos agobian otros muchos males. Siempre se ha creído que los adelantos científicos nos iban a traer una mejor vida. Pero en el suma y resta de toda esa gestión vemos que el mundo sigue dando bandazos y estropeándose malamente.
Todo parece indicar que los buenos oficios y el altruismo genuino no son suficientes para cambiar la vida a una con nuevas ideas y esperanzas. Pensamos bien, pero las cosas salen mal. ¿Qué está ocurriendo en la humanidad que no nos permite salir airosos en nuestras buenas gestiones para conseguir un mundo mejor? ¿Estaremos bajo una fuerza de la cual somos incapaces de escapar? ¿Existirá algo o alguien que nos impide llevar a feliz realización todos nuestros buenos propósitos?¿Será que cargamos con un maldito destino que nos lleva inexorablemente a un fracaso predeterminado?
Todos nos creemos que somos buenas personas, que nuestras intenciones son verdaderamente dignas de llevarse a cabo. Nos creemos buenos padres y madres, buenos hermanos, buenos amigos y buenos ciudadanos. Entonces, ¿por qué tanta maldad a nivel mundial? ¿No se supone que estemos en mejor posición que los animales? ¿Habrá alguna causa genética?Tal vez estamos rotundamente equivocados y no lo sabemos.¿Cómo saber la verdad a toda esta situación tan difícil? Nos urge un cambio radical para salir del atolladero en que nos encontramos. La raza humana padece grandes dolores, y necesita grandes soluciones.
Me expongo a que se me ridiculice, pues una vez más tomo como referencia la sabiduría que exhibe la Biblia. Ese magnífico libro que fue escrito por hombres –en su mayoría- que no eran grandes pensadores ni poseían grados académicos con los cuales anestesiar a la gente menos culta. Mi posición, que debiera ser representada por los líderes religiosos de nuestra sociedad, no se ve defendida por esos líderes, pues estos están siempre inmersos en las cuestiones políticas, sociales y económicas de este mundo. Además, sus múltiples diferencias no les permiten representar una posición válida que esté acorde con los designios de Dios para toda la humanidad. Son muchos caciques reinando sobre los muchos naborias que tienen a su cargo. Veamos lo que la Biblia tiene que decir.
De todas las cosas buenas que encontramos en la Biblia, indiscutiblemente, son sus profecías lo que nos llama más la atención. Cosas que fueron escritas en tiempos tan lejanos dejándonos saber que en nuestros días aquellas advertencias se harían realidad. ¿Quién puede negar el siguiente ejemplo?
«En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar». Estas son algunas de las características que se verían en la humanidad predicha. Dice al apóstol Pablo: «se amarían así mismas, amarían el dinero, no obedecerían a sus padres, serían desleales, no sentirían cariño natural, no sabrían dominarse, serían feroces, amarían los placeres más bien que a Dios, aparentarían tener devoción a Dios, pero con sus hechos demostrarían que esta no tiene poder en su vida». Aquí tenemos muchos botones de prueba, y todos enchapados en oro.
Lamentablemente, todo parece indicar que no somos tan buenos como nos creemos. Y todo parece llevarnos a la idea de que cada generación nueva es más perversa que la anterior. Le seguimos dando patadas a la misma piedra. Chocamos con la misma pared. No aprendemos del pasado. Cada nuevo acto es más espantoso que el anterior. Ahí están las guerras –desde el 1914- pintándonos lo bárbaro que somos. Y luego, somos tan hipócritas que nos llenamos la boca con el mensaje de paz, seguridad, justicia y amor. Pero todo nos sigue fallando. En una mesa firmamos la paz, y en otra firmamos el contrato multi billonario de armas mortíferas. Somos hipócritas hasta la médula. Luego, creemos que con oraciones repetitivas vamos a bajar un pedazo de cielo.
También dice la Biblia: «Cuando los inícuos brotan como la vegetación, y todos los practicantes de lo que es perjudicial florecen, es para que sean aniquilados para siempre». En esa sala de espera, y en primera fila, estarán los prominentes líderes religiosos de este mundo descarriado. Las grandes religiones que tanto han colaborado con los poderes de este mundo, definitivamente, se irán a la ruina eterna. Así lo retrata el libro de Apocalipsis. La maldad no nace de la bondad.
Caguas, Puerto Rico
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Carlos López Dzur / en Letras Kiltras / Sequoyah 1 / 2 / 2 / 4 / Colaboradores / Biografías / 14 / 15 / 16 / 18 / 19 / Sequoyah 33 / 34 / 36 / 37 / 38
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