«No soy un presidente que pueda dimitir.
Moriré como un mártir»: Muamar Abu Meniar el-Gaddafi
1.
Un día vino la Revolición a conocerte
y eras un niño de escuela en Sirte, Muamar.
¡El hijo de un beduíno del Desierto!
Uno abofeteado por maestros, uno resentido
por la autoridad de ellos cuando exhibieron
su poder vanaglorioso, jactándose ante tí:
«Soy superior, infalible, el único justo,
el sabio de la Academia, el que evalúa
y se da por imponderable.
Tú un nómade ignorante».
Y crecIste así, públicamente humillado,
como todo tu pueblo en tierra de déspotas,
esto es, bajo el dominio colonial italiano
y, más tarde, de británicos que vendrían a quedarse
con Tripolitania y Cirenaica... y de franceses que dijeron:
«De la tierra Libia, que nunca será patria libre,
me quedaré con Fezzan» y el Rey Idris diría
como lacayo en rodillas: «Que sea yo el mandadero,
el sátrapa. Como todo monarca, me vendo.
Que del culo de mi dinastía se sirva toda Europa;
Italianos, franceses, británicos, israelitas
y norteameicanos». Y fue así, en tal contexto
que crecíste, hasta que yo dije: BASTA...
Y en ese proceso colonial, la Revolución
se dolió, se avergonzó de que su esencia fuese
abofeteada, malservida, vendida y traficada
como ramera... y se acercó a tí, Moamar.
Te eligió y dijo, a tu oído de consciencia:
«Yo te guiaré.
Te escojo como un Hermano Líder».
Te dio una palabra: «Jamahirya» y el mandato:
«Construye un Estado para las Masas
(que incluya a esos beduínos del desierto)
y que el término sea Masas educadas para la misericordia,
no masa adoctrinada para el vicio o los alcoholes,
Forja masas con identidades orgullosas,
masas liberadas, con sano nacionalismo.
No desprecies a Gamal Nasser, el egipcio,
no desampares al hermano palestino
ni hagas migas con el fundamentalismo
de integristas islámicos ni con el lucro del petróleo
ni las ofertas depredatorias
del neocolonialismo y los globalizadores».
«Que tu Revolución sea Verde como la Esperanza
y que la Masa no sea amorfa ni atorrante
porque, como hienas, atacan, olvidan, traicionan...
En la Revolución, cuando bien aprendida,
la masa deja de ser masa».
Y me preguntaste: «¿Quién eres que me hablas
de este modo, cómo ha de funcionar la Masa
y Mi Estado de Masas?», ya habías crecido
coronel. Te habías graduado en la Historia,
Soy la que pongo y quito, la Revolución.
Yo, la interna, que hablo en la oreja como un susurro
no para el hambriento, no para el estúpido,
no para el aventurero, no para el arribista o el presuntuoso,
no para torpes rebaños, esa masa sin mayúsculas.
Yo hablo al corazón abofeado, al niño que comprende
el dolor de ese gesto, al padre que sabrá no cegarse
de ira y fanatismo cuando ataquen su pueblo
y Jana, tu propia hija, muera en los bombardeos
que el imperialismo organiza con ínfulas criminales,
porque ha de suceder, Moamar.
Enfrentarás en Tripoli el odio de Reagan.
Te faltarán números para contar los muertos en 1986
y quienes otrara te dijeron «revolucionario idealista»,
«Hermano Mayor de los Libios»,
«Padre de la Patria / Gestor de la República»,
harán coro con el Reino Unido, Francia,
Alemania y toda vieja potencia esclavizante
entre las que esquilmaron los recursos y libertades
de tu Estado... y van a quitarte su apoyo y tu honra
y gritarte: imprevisible, déspota, engendro temible
del Eje del Mal, Pariah de la Comunidad
de las naciones. «Moamar, hijo de puta».
Ensayarán sus embargos y sanciones para hambrear
a tu pueblo y si la masa es amorfa, la envilecerán
otra vez como antes, en los años del dominio
de Italia, Francia y los ingleses....
sólo que ahora los EE.UU. e Israel y Alemania
serán tus nuevos enemigos... Van a herir a Bengazi,
la más grande de tus ciuaddes, y lo mismo tu capital de Tripoli.
Van odiarte de Oriente a Occidente
y aún el mundo árabe te dará la espalda
y, cuando ésto llegue, yo volveré a buscarte
y te diré otras cosas al oído.
2.
Cuando la gente descrea lo que yo dije
a tu oído y el ejército haga tres intentos de matarte
(como en aquel octubre de 1993) y cuando el pueblo
se lance a manchar de sangre el prestigio
que otrora tuvíste,
prepara tus maletas. «Véte».
Ya no es la misma gente que creyó en tí en 1969.
Cuando el aislamiento internacional
y los embargos a la economía de tus pobres,
agudicen el lastre desmoralizado de la clase media
y el descontento suba a las gargantas
de cada estamento, prepara las maletas. «Vete».
Ya no eres control suficiente de las Masas
Nadie querrá oírte aunque alguna vez
devolvieras el petróleo a la nación, sacaras
las bases aéreas de los viejos enemigos
de tu Tierra e hicieras a Libia
la nación más próspera
del Africa y Oriente
Cuando el terrorismo parezca
la única voz, prepara tus maletas. «Véte».
Son tentadores, son señal de que ya debes irte.
Cuando hasta las gentes que un día apoyaran
tus servicios y gestiones, ante tu presencia
sean las nuevas «ratas», «drogadictos»,
«cáfila enferma, enemigos internos»,
prepara las maletas. «Véte».
Si tu mano se vuelve de hierro
y te pidan en su lugar la mano de un Parlamento,
véte. Cuarenta y dos años es más que suficiente
para que hayas oído el susurro renovado
de la Revolución.
Cuando temas a periodistas extranjeros
y no puedas ver la Nueva Libia,
con aspiraciones remozadas, válidas
o equívocas, prepara tus maletas. «Véte»
porque ya no has de ser distinto a los agentes
que ensangrentaron a inocentes en el atentado
de Lockerbie. O el avión de UTA 772.
Si en tu memoria pesa el atentado en Viena
y Roma en 1985 o el terror en la Discoteca La Belle
de Berlín en 1986, si Abu Nidal te implicara
aún no siendo cierto, ya eres burla de la Revolución.
Prepara las maletas y salva la memoria
con lo bueno que por Libia hicíste.
Véte. La Revolución no es un absoluto perenne
ni el Estado de las Masas eternamente lo mismo.
Hay que saber perder para valorar lo mucho
que se gana con las victorias auténticas.
3.
La Revolución no es el ego, sino una momentareidad
inspiradora, pura, aleccionante, voz
que habla y luego se retira y vuelve a hablar
con quienes realmente oyen. Como un viejo beduíno
en el desierto de sus meditaciones.
Si ya no eres un socialista puro, no seas tampoco
un Stalin. No seas un Hitler. No seas Truman.
No seas Bush. Con crímenes la Revolución
no regresa a la oreja de un niño abofeteado
por maestros en los palacios y escuelas
de los prepotentes.
.
Devuelve el mandato de Jamahirya que la Revolución
te dio; porque se está buscando otro niño
y otro corazón que no eres tú.
Desde mucho antes del pasado 22 de febrero,
la Revolución no quiere hablar contigo
y sólo pide que te vayas sin derramamiento de sangre.
A ti se han acercado las hienas, Tony Blair,
Silvio Berlusconi, Jacques Chirac y todos,
en comunión de petroleros, y ante ellos dijiste:
«Que sea mi hijo Saif Islam Gadaffi, mi sucesor»
y construíste nuevos y modernos hoteles
y renovaste barrios enteros y díste promesas
a víboras para rediseñar un país para el turismo
y eso se paga, Moamar, porque esa no es la Masa
que había que educar para justicia y socialismo.
Son los explotadores, los neoliberales
rediseñando su mafia en juegos impuros.
¿Con cuántos muertos quieres cifrar el cointrol
que no mereces? si ya tu propio ejército no te obedece
y se une a una rebelión que nadie sabe a que lleva
Tu ex-ministro de Justicia, Mustafa Abdel-Jalil,
comenta: Ghadafi ya no sirve y en Al Yabal al Ajdar,
en el noreste, hay rebelión castrense entre tus tropas.
«Nuestra unión total a la revolución popular».
Y hay asesinatos y saqueos. Y del grito en Benghazi
es Gadaffi mercenario y en la región de Cirenaica,
ya no representas gobierno...
mira lo que sucede, Moamar, cuando la Revolución
ya no habla al oído de sus elegidos, dulcemente,
y cuando los Hermanos Mayores y Guías
de las Masas, ya no son niños atentos
con contacto verdadero, transformador, compadecido,
con sus pueblos, sino aquellos
que piden que se dispare contra civiles
y se ejecuten soldados renuentes
a masacrar su pueblo.
Entonces, sólo se aproxima la voz:
«Prepara las valijas. Véte».
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