Sunday, February 6, 2011

«Mi Utopía y mi República platónica» o sobre cómo disentir con Schopenhauer

A Fanny Jaretón, quien camina junto a mí

«If you want Utopian plans, I would say: the only solution to the problem is the despotism of the wise and noble members of a genuine aristocracy, a genuine nobility, achieved by mating the most magnanimous men with the cleverest and most gifted women. This proposal constitutes my Utopia and my Platonic Republic»:
Arthur Schopenhauer

¡Hey, Arturito! esas ganas tuyas
de suplantar el despotismo de los sabios
y los nobles, sean brahimines o griegos
de la era de Pericles, te desquician.
A mí me producen ñáñaras.
tus disquisiciones sobre la herencia.

No hay que buscar utopía alguna
en remotos pasados
ni a través del antidemocratismo
y, mucho menos, la eugenesia...

Mira que me recuerdas a Nietzsche
elucubrando por tu influencia el nacimiento
de otra aristocracia de puercos o simios
con genes nuevos, o preseleccionados
de la misma basura...

Si va a nacer el Nuevo Hombre, oye
y persiste en que sea democrático, compasivo,
naturalmente progresista, crítico-dialógico.
Que nazca de la voluntad madura,
con dolor, sí, pero fiel al recuerdo
de todos los combates en la historia,
empático y paciente porque entiende el quebranto
y conoce las corrupciones que le precedieron.

La utopía del Nuevo Hombre
siempre es el proceso que no depende
de aparearse, suprimiendo al otro
(hasta Vasconcelos lo entendió mejor
al avizorar su raza cósmica,
hoy en desorden).

2.

Hay que volver a aprender del perro
al pensar en las identidades y esencias naturales
de lo humano, o de la bestia. Hay que repensar
la anatomía, sin incurrir en la engenesia tirana.
Si te interesa el bienestar de las bestias,
ten también simpatía por el hombre
cuya experiencia interna le duele más.

Aún somos más sufrientes que ellos
y eso es carácter... pero somos más crueles
al definir los derechos.
Una vaca, un pollo, un lobo tienen derechos,
pero no es entre ellos que se urde el despojo.
Es el hombre quien se los ignora
y hace sufrir a la vaca, apalea al perro,
extermina a los lobos.

Tú jamás verás a un zorro
diciéndole al humano que no haga el sexo,
o que elija, basado en credos de la biología,
hembras con determinadas configuraciones
o virtuosos seres que han conquistado
el Yo mayúsculo, ese del Vedanta ario
o del más puro cátaro de la Iglesia cristiana primitiva,
rival de la base materialista y chauvinista
de los viejos judíos.

Si al mirar a los ojos de un mono
que ha sido abaleado, te conmueves.
que también te conmueva el judío esclavo,
el negro en cadenas que se vende en América.
Ellos serán el Hombre Nuevo. De lo que hagamos
con ellos depende la bondad del carácter
de ellos y nosotros. De Occidente y Oriente.
Del Africa y del Asia.

Una vez lo dijiste: «La compasión universal
es la única garantía de moralidad» y, entonces,
¿por qué estás pajándote el cerebro
con deseos que llamaste moralmente variables,
rudimentarios, neutrales,
con metafísicas
de amor sexual y bastardos enfermos,
por qué buscas, fuera de las éticas espirituales,
dizque Utopía, Gran Secreto, Alta Sabiduría
y ya estás especulando como atorrante lambiscón
de tiranos, el mismo Hobbes, «prefiero que nos rijan
un león / el Monarca / que el séquito masivo
de las ratas»,
dígase el Pueblo / la masa
y, ¿cuál es entonces La República
o la sensibilidad creativa de las razas blancas
(si sólo egipcios o arios de la India
han de ser los escogidos o sólo Incas,
meritorios regentes antiguos en las islas del Mar del Sur?

3.

Pues, mira, Arturo. Ya no habrá República platónica
ni Utopía; se murió el sánscrito y el ario es un fantasma
(del Perú de los Incas, sólo queda la coca,
fantasmas de Allan García y muchos truhanes
y buscones, aliados a blancos invasores
y las utopías eugenésicas y genocidas
del imperialismo...)

Lo único salvable es Würde der Frauen,
la dignidad de las mujeres, conocida ya por Schiller
que, a contragusto de la estupidez teutónico-cristiana,
tu estupidez utópica, Arturo, no es necesidad
de que obedezcan o sean sobrias en sus juicios
y más piadosas ante el dolor ajeno.
Ahora no son débiles
y quieren ser autónomas, y construir la virtud
del humanismo.

Ahora no necesitan La República de Platón
ni Altos Secretos del Vedanta
ni la fuerza del Noble Guerrero que lo sabe
todo sin ella. Ahora el único modelo probable
de utopía será que juntos, a nosotros, varones,
laboren desde el presente hasta el porvenir
y lo hagan libremente sin pensarse iguales,
pero ninguno superior en derechos
o en el primer lugar del repudio.
Díle a Nietzsche que la nueva aristocracia
nada tiene que ver con seleccionar
la mejor vaca o el mejor de los simios.


22-05-1983 / De Las zonas del carácter

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