El borrico externo y el íntimo
«Cuando la tiranía es ley, la revolución es orden»
«La ley del amor y la ley del sacrificio no admiten la separación»:
Pedro Albizu Campos (1893 -1965), aiias El Maestro
Lo más íntimo que el hombre tiene,
lo que realmente lo redime, es lo mismo
que ha de salvar a un pueblo y darle su presente,
revolucionariamente:
la destitución del falseador que lo traduce,
feliz repudio a los malinterpretadores
cuando advierte: «¿Por qué me sustituyes
con tus prejuicios y preconceptos,
por qué desfiguras mi voz
con paja sucia y agua impura?»
Todos hemos sido convocados a la Revolución,
pero, cuando queremos aceptarla como instinto,
el más íntimo instinto contra las necesidades
que fatigan y empobrecen al mundo,
el Orador siquitrillado,
ese Yo falso y suplantador,
discursa sobre cómo ha de matarse el mundo.
Recrece su orgullo sobre la dialéctica pura
del íntimo deseo, el revolucionario,
y saca a flote sus orgullos, ansiedades,
terquedades de platero caprichoso,
memorias de temores y rencores.
Impone la suplantación.
¿Quién se montará sobre quién?..
Y no es lo que el hombre / o la mujer / revolucionarios /
quiso decir cuando musitara al mundo: «Hermano mío,
pueblo mío, camarada del mundo, cantemos,
transformemos socialmente lo que existe con amor».
Y este suele ser el Secratario del Partido
de los Tranformadores, la copia infeliz del Ser,
el que no somos, el que es sólo
el homúnculo racional / rocinante sin platero /
que siquiera sabe como es el control del entendimiento
más allá de la mente egoíca de un jamelgo,
racionalidad de los malos galopares y ecos
de cognición limitada a la curvez del cráneo,
simulacro de los burros que se despasean
por las calles de Jerusalén.
Lo más íntimo que el hombre tiene,
el más sincero de los procesos interiores,
son unas ganas de vencer al negador
que se aloja dentro de sí
para escindir la energía de la palabra pura
y la Victoria sobre la inacción,
victoria sobre el oprobio y la depresión
y la tristeza y la cautividad
en nuestros propios cuerpos.
El Intimo revolucionario
a cada paso dice:
«Hasta la victoria siempre»;
el Traidor dice,
«hasta la muerte»
y muerte significa que alguien
sea aniquilado impiadosamente,
que la hermanidad es imposible,
que el pasado nos tiene del pescuezo,
que no hay solidaridades puras,
que todo lo que se hará se teñirá de sangre
y que la mala ley pone orden..
Sin embargo, esa es la primera mentira
que molesta, antes de seguir otras y otras y otras
que traicionan el Intimo Revolucionario:
Pero él, como un Cristo o Quijote. se monta
sobre el borrico, jinete de Esa Mente traicionera
y la domina y se despasea también
por callejuelas de Jerusalén
y va a propalar su mensaje:
Que la esencia del cambio
es y debe ser amor.
Que la batalla necesaria es antítesis
temporaria / pero no enemistadora / sí benigna
Momentaneidad del Nosotros...
Cuando es así hasta el burro tira hacia el campo
y la ciudad, con amor él, bípedo terco, obedece.
Hasta el borrico se pone al servicio
de la Revolución...
<><><>
La visión cuántica de la revolución imperceptible
lo que realmente lo redime, es lo mismo
que ha de salvar a un pueblo y darle su presente,
revolucionariamente:
la destitución del falseador que lo traduce,
feliz repudio a los malinterpretadores
cuando advierte: «¿Por qué me sustituyes
con tus prejuicios y preconceptos,
por qué desfiguras mi voz
con paja sucia y agua impura?»
Todos hemos sido convocados a la Revolución,
pero, cuando queremos aceptarla como instinto,
el más íntimo instinto contra las necesidades
que fatigan y empobrecen al mundo,
el Orador siquitrillado,
ese Yo falso y suplantador,
discursa sobre cómo ha de matarse el mundo.
Recrece su orgullo sobre la dialéctica pura
del íntimo deseo, el revolucionario,
y saca a flote sus orgullos, ansiedades,
terquedades de platero caprichoso,
memorias de temores y rencores.
Impone la suplantación.
¿Quién se montará sobre quién?..
Y no es lo que el hombre / o la mujer / revolucionarios /
quiso decir cuando musitara al mundo: «Hermano mío,
pueblo mío, camarada del mundo, cantemos,
transformemos socialmente lo que existe con amor».
Y este suele ser el Secratario del Partido
de los Tranformadores, la copia infeliz del Ser,
el que no somos, el que es sólo
el homúnculo racional / rocinante sin platero /
que siquiera sabe como es el control del entendimiento
más allá de la mente egoíca de un jamelgo,
racionalidad de los malos galopares y ecos
de cognición limitada a la curvez del cráneo,
simulacro de los burros que se despasean
por las calles de Jerusalén.
Lo más íntimo que el hombre tiene,
el más sincero de los procesos interiores,
son unas ganas de vencer al negador
que se aloja dentro de sí
para escindir la energía de la palabra pura
y la Victoria sobre la inacción,
victoria sobre el oprobio y la depresión
y la tristeza y la cautividad
en nuestros propios cuerpos.
El Intimo revolucionario
a cada paso dice:
«Hasta la victoria siempre»;
el Traidor dice,
«hasta la muerte»
y muerte significa que alguien
sea aniquilado impiadosamente,
que la hermanidad es imposible,
que el pasado nos tiene del pescuezo,
que no hay solidaridades puras,
que todo lo que se hará se teñirá de sangre
y que la mala ley pone orden..
Sin embargo, esa es la primera mentira
que molesta, antes de seguir otras y otras y otras
que traicionan el Intimo Revolucionario:
Pero él, como un Cristo o Quijote. se monta
sobre el borrico, jinete de Esa Mente traicionera
y la domina y se despasea también
por callejuelas de Jerusalén
y va a propalar su mensaje:
Que la esencia del cambio
es y debe ser amor.
Que la batalla necesaria es antítesis
temporaria / pero no enemistadora / sí benigna
Momentaneidad del Nosotros...
Cuando es así hasta el burro tira hacia el campo
y la ciudad, con amor él, bípedo terco, obedece.
Hasta el borrico se pone al servicio
de la Revolución...
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La visión cuántica de la revolución imperceptible
a Murray Gell-Mann
¿Qué cree usted que es un fotón
más allá de lo que a la pupila se antoja
sino choque de luz,
parpadeo, latido infinito
que sólo en apariencia se disuelve,
o detiene su recorrido por los mundos
moleculares y el cosmos?
¿Qué sino una voluntad que jamás ceja
de hacerse chispa, inagotablemente desafiante?
¿Qué sino real sabiduría con galas de sinapsis,
rebelión amorosa y divina, que anhela regocijo,
abriendo espacio de luz donde hay tiniebla?
Y eso no cabe en la mente de enturbiadores
ni de carceleros ni de falsos descriptores
de la libertad. En la mente de quienes consolidan
barrotes, el fotón no existe, el quark
es el espectro que no tiene fundamento.
No hay leptones, no.
Hay una caja protónica de Nada.
Hay una neutralidad de cementerio
y vida vulgar que llamamos el asunto
de estar vivitos y coleantes y cohesión de parásitos
jugando a la racionalidad desde el cerebro
y una materia visible de hienas
que fagocitan todo y piden más y más.
Necesitan luego materiales estratégicos,
pero nada de Arriba.
Todo es un Abajo depredatorio y caníbal.
No hay Encanto ni sentido de Extrañeza
ni una Cima de Amor por la Abundancia
ni un Fondo protector e invisible.
Ellos ven que todo se fragmenta en fracciones
de segundo, todo lo que es encanto, fondo y cima.
Y es que la mente sólo se encapricha
por la eléctrica carga de las explotaciones,
sólo quiere el nidaje calorífico
de las conveniencias
y el confinamiento del color
con galas de provecho para el utilitarismo.
¡Qué mal paladar tiene el hombre contrarrevolucionario
para saber sobre el sabor de la Luz y los cambios
de carga, qué débil isospín en los ojos
que se ciegan tan pronto a fin de ignorar
el sentido total del Universo y del microcosmos
que es la sociedad del hombre!
No se desea saber qué generoso
el que está Arriba y cómo conmueve
a los quarks encantados y extraños.
Y todo comienza en el ojo,
en configuraciones simétricas distribuídas
por Quien reparte la luz y abre párpados
con números cuánticos
y da el color de la croodinámicas
y da la representación fundamental
a todo y nos da sus rojos como la sangre
y nos ama verdemente como a hojas
de sus árboles y nos regala el azul
de todos los cielos y mares
a fin de que veamos la abundancia de todo lo posible
con sólo tres colores y seis sabores
y un guiño aprobativo que no se detendrá
jamás porque es la revolución,
anhelo de que haya luz
hasta en lo más inconcebible del vacío.
12-03-1989
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más allá de lo que a la pupila se antoja
sino choque de luz,
parpadeo, latido infinito
que sólo en apariencia se disuelve,
o detiene su recorrido por los mundos
moleculares y el cosmos?
¿Qué sino una voluntad que jamás ceja
de hacerse chispa, inagotablemente desafiante?
¿Qué sino real sabiduría con galas de sinapsis,
rebelión amorosa y divina, que anhela regocijo,
abriendo espacio de luz donde hay tiniebla?
Y eso no cabe en la mente de enturbiadores
ni de carceleros ni de falsos descriptores
de la libertad. En la mente de quienes consolidan
barrotes, el fotón no existe, el quark
es el espectro que no tiene fundamento.
No hay leptones, no.
Hay una caja protónica de Nada.
Hay una neutralidad de cementerio
y vida vulgar que llamamos el asunto
de estar vivitos y coleantes y cohesión de parásitos
jugando a la racionalidad desde el cerebro
y una materia visible de hienas
que fagocitan todo y piden más y más.
Necesitan luego materiales estratégicos,
pero nada de Arriba.
Todo es un Abajo depredatorio y caníbal.
No hay Encanto ni sentido de Extrañeza
ni una Cima de Amor por la Abundancia
ni un Fondo protector e invisible.
Ellos ven que todo se fragmenta en fracciones
de segundo, todo lo que es encanto, fondo y cima.
Y es que la mente sólo se encapricha
por la eléctrica carga de las explotaciones,
sólo quiere el nidaje calorífico
de las conveniencias
y el confinamiento del color
con galas de provecho para el utilitarismo.
¡Qué mal paladar tiene el hombre contrarrevolucionario
para saber sobre el sabor de la Luz y los cambios
de carga, qué débil isospín en los ojos
que se ciegan tan pronto a fin de ignorar
el sentido total del Universo y del microcosmos
que es la sociedad del hombre!
No se desea saber qué generoso
el que está Arriba y cómo conmueve
a los quarks encantados y extraños.
Y todo comienza en el ojo,
en configuraciones simétricas distribuídas
por Quien reparte la luz y abre párpados
con números cuánticos
y da el color de la croodinámicas
y da la representación fundamental
a todo y nos da sus rojos como la sangre
y nos ama verdemente como a hojas
de sus árboles y nos regala el azul
de todos los cielos y mares
a fin de que veamos la abundancia de todo lo posible
con sólo tres colores y seis sabores
y un guiño aprobativo que no se detendrá
jamás porque es la revolución,
anhelo de que haya luz
hasta en lo más inconcebible del vacío.
12-03-1989
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