Por Marcos Reyes Dávila / Educador
La elección de Obama puso a soñar con pajaritos –como solía decir Josemilio González– a millones de personas en todo el mundo. Tanta fue la fantasía que, apenas tomó posesión, los Suecos le otorgaron el Premio Nóbel de la Paz, cuando aún no revelaba que se quedarían las torturas en Guantánamo, la guerra en Irak continuaría, y la de Afganistán aumentaría.
La desesperación ante el Tirano Fortuño ha llevado a muchos ilusos a intentar apelar ante Obama y el foro imperial –que ellos llaman federal sin serlo, pues Puerto Rico «pertenece a, pero no es parte de, Estados Unidos»– remedios contra la masacre continua de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Puerto Rico. Han olvidado que nada escapa a los ojos del imperio. Que si esto estuviera ocurriendo en cualquier estado hace tiempo hubiera cesado. Mas no en Puerto Rico, colonia clásica quintocentenaria.
El encarcelamiento hoy del presidente del Colegio de Abogados de Puerto Rico, Osvaldo Toledo, ordenado por un juez de la Corte Imperial, pone en evidencia la vinculación del gobierno de Obama con la dictadura fascista de Fortuño.
Toledo ha sido encarcelado por intentar defender la sede de un Colegio de Abogados fundado hace más de 170 años. Un grupito de abogados demandaron de la corte la devolución de alrededor de 70 dólares mensuales pagados como parte de la contribución compulsoria al gremio de abogados, pues la directiva creó con esa aportación seguros de vida para todos los togados del cual se han beneficiado centenares. Incluso los mismos demandantes llenaron las fórmulas pertinentes y designaron a los que se beneficiarían con el seguro en caso de muerte.
Pero el juez, motu proprio, decidió convertir la demanda en una de clase, de manera que incluyó inexplicablemente como demandantes a todos los abogados de Puerto Rico, quizás al mismo presidente hoy encarcelado, de manera que Toledo se estaría demandando a sí mismo. Como resultado de esta acción el Colegio se ve obligado a devolver millones de dólares. Al carecer de esos fondos, la Corte anunció que se apropiaría de la histórica sede del Colegio.
Lo más asombroso es que el juez impuso una mordaza que le impedía al Presidente del gremio togado informar a los demás abogados, defenderse, y promocionar el remedio de que los abogados podían retirarse por escrito de la demanda que nunca solicitaron. Es por violar esa mordaza en defensa del Colegio que Toledo está hoy en una prisión imperial.
Lo que ocurre en Puerto Rico es una agresión no vista desde el alzamiento de los nacionalistas y de Pedro Albizu Campos. Esa agresión va dirigida contra la nación y todo, absolutamente todo, su ordenamiento jurídico, y contra todas las instituciones independientes de la dictadura que instrumentaban la vida democrática y defendían al pueblo de Puerto Rico de las oleadas de persecución inmisericorde a las que de tiempo en tiempo el país se ve sometido.
La primera ley aprobada por el actual gobierno fascista de Puerto Rico fue para descolegiar al Colegio eliminando el carácter compulsivo de la colegiación. Más tarde legislaron para aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo para poder tomarlo por asalto. Ahora, desde el foro federal, es decir, imperial, desde los tribunales de Obama en Puerto Rico, se intenta arrebatarle al Colegio de Abogados su sede utilizando para eso una mordaza que le impide defenderse y declarando demanda de clase que incluye a varios miles de abogados en lo que interesa solo un grupo que apenas llega a diez.
Este garrote imperial es parte del mismo garrote que azota a la nación puertorriqueña en la Universidad, los sindicatos, los tribunales, la corrupción, y el robo de todo, absolutamente todo, justo en el bicentenario de la emancipación de los pueblos de Nuestra América. Hoy justamente denunciaron que alguien se robó varias locomotoras y vagones antiguos de la vía histórica de un de tren que se utilizaba de modo turístico. También se robaron las vías del tren.
Tomado de Letras de fuego
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