13 Marzo 2011 / Puerto Rico / CRUDA ALERTA ALIMENTARIA
El aumento mundial en el precio de los alimentos es un hecho. Ya surgen las primeras señales de inestabilidad en Puerto Rico y su efecto entre la población puede ser el de ahondar la pobreza y la desigualdad, convirtiéndose en detonante de serios problemas sociales.
Por ello el País tiene que abocarse a un reenfoque industrial que le permita revertir la peligrosa realidad que representan para nosotros hoy día tanto las crisis internacionales, como el tener que importar alrededor del 85% de los alimentos que consumimos.
Lo que parecía una lejana perspectiva, está más cerca de lo que imaginamos. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha lanzado periódicas advertencias con respecto al caos que se cierne sobre buena parte de la humanidad. El índice para los precios de los alimentos, una guía creada por la FAO en 1990 para ayudar a los gobiernos a trazar sus estrategias económicas, recoge datos inquietantes.
Al terminar el pasado febrero, y por octavo mes consecutivo, se encontró que los precios de los alimentos -excepto el azúcar- se habían elevado en un 2.2% con respecto a enero. Los motivos: desastres naturales, muchos de ellos provocados por el cambio climático, que han arruinado las cosechas de los países productores; la gran demanda de alimentos generada desde Asia, y la tendencia al acaparamiento de diversas naciones que quieren tener sus reservas para prevenir el caos de una población hambrienta. A esto se añade el factor petróleo, que encarece toda la cadena de producción. No sería extraño que el incremento de los alimentos de febrero fuera superado este mes por culpa de la inestabilidad en el precio del crudo.
En Puerto Rico, hace poco, se publicaba una noticia aparentemente insignificante, pero vinculada al problema: escaseaban los tomates aquí porque los cultivos de ese producto en México y Florida se habían perdido a causa de las heladas. De un momento para otro, la caja de tomates llegó a venderse en más del doble de su precio regular, y los agricultores locales aprovecharon la bonanza para enviar el producto a Estados Unidos.
Eso puede volver a ocurrir en cualquier momento, pero con otros alimentos. La FAO ha señalado que los precios del maíz y el trigo superan las preocupantes cotas que se establecieron en 2008, y que no sólo los cereales aumentan sino también las carnes, los productos lácteos y las grasas.
Si la tendencia se mantiene, Puerto Rico no estará exento de sufrir los embates de los precios altos. Incluso las personas que se benefician de la tarjeta de la familia, notarán que, por la misma cantidad podrán comprar bastante menos de lo que compraban antes.
Traemos del exterior nada menos que el 85% de lo que consumimos. Lo de los tomates es apenas una anécdota si se compara con lo que puede ocurrir con otros productos imprescindibles, como viandas, carnes y harinas.
El Gobierno no puede seguir ignorando esta situación tan arriesgada. El tiempo corre en contra nuestra, pero aún pueden hacerse esfuerzos para que una eventual crisis alimentaria sea manejable.
Hay que rescatar lo que queda de las tierras agrícolas; aspirar a un mayor autoabastecimiento y delinear un plan de emergencia con sensatez y prontitud.
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Editorial / ArgenPress / En El Vuelo de las Grullas / El hombre extendido: Indice / Entrevista / Vivencia en inautenricidad / Indice: Heideggerianas / Revolución de 1910 / Mundo Cultural Hispano / Ciudad Seva / Para oír a Alejandro Humboldt / El fantasma que recorre el mundo / AISHA LATINO / Poemas de Salima Salih / Azalea Robles / Por una poesía de la utopía: Escritura, frontera,migration / Michael Berg / Spanish / Moridor de Willy Gómez / Letras de Fuego
Por ello el País tiene que abocarse a un reenfoque industrial que le permita revertir la peligrosa realidad que representan para nosotros hoy día tanto las crisis internacionales, como el tener que importar alrededor del 85% de los alimentos que consumimos.
Lo que parecía una lejana perspectiva, está más cerca de lo que imaginamos. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha lanzado periódicas advertencias con respecto al caos que se cierne sobre buena parte de la humanidad. El índice para los precios de los alimentos, una guía creada por la FAO en 1990 para ayudar a los gobiernos a trazar sus estrategias económicas, recoge datos inquietantes.
Al terminar el pasado febrero, y por octavo mes consecutivo, se encontró que los precios de los alimentos -excepto el azúcar- se habían elevado en un 2.2% con respecto a enero. Los motivos: desastres naturales, muchos de ellos provocados por el cambio climático, que han arruinado las cosechas de los países productores; la gran demanda de alimentos generada desde Asia, y la tendencia al acaparamiento de diversas naciones que quieren tener sus reservas para prevenir el caos de una población hambrienta. A esto se añade el factor petróleo, que encarece toda la cadena de producción. No sería extraño que el incremento de los alimentos de febrero fuera superado este mes por culpa de la inestabilidad en el precio del crudo.
En Puerto Rico, hace poco, se publicaba una noticia aparentemente insignificante, pero vinculada al problema: escaseaban los tomates aquí porque los cultivos de ese producto en México y Florida se habían perdido a causa de las heladas. De un momento para otro, la caja de tomates llegó a venderse en más del doble de su precio regular, y los agricultores locales aprovecharon la bonanza para enviar el producto a Estados Unidos.
Eso puede volver a ocurrir en cualquier momento, pero con otros alimentos. La FAO ha señalado que los precios del maíz y el trigo superan las preocupantes cotas que se establecieron en 2008, y que no sólo los cereales aumentan sino también las carnes, los productos lácteos y las grasas.
Si la tendencia se mantiene, Puerto Rico no estará exento de sufrir los embates de los precios altos. Incluso las personas que se benefician de la tarjeta de la familia, notarán que, por la misma cantidad podrán comprar bastante menos de lo que compraban antes.
Traemos del exterior nada menos que el 85% de lo que consumimos. Lo de los tomates es apenas una anécdota si se compara con lo que puede ocurrir con otros productos imprescindibles, como viandas, carnes y harinas.
El Gobierno no puede seguir ignorando esta situación tan arriesgada. El tiempo corre en contra nuestra, pero aún pueden hacerse esfuerzos para que una eventual crisis alimentaria sea manejable.
Hay que rescatar lo que queda de las tierras agrícolas; aspirar a un mayor autoabastecimiento y delinear un plan de emergencia con sensatez y prontitud.
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Editorial / ArgenPress / En El Vuelo de las Grullas / El hombre extendido: Indice / Entrevista / Vivencia en inautenricidad / Indice: Heideggerianas / Revolución de 1910 / Mundo Cultural Hispano / Ciudad Seva / Para oír a Alejandro Humboldt / El fantasma que recorre el mundo / AISHA LATINO / Poemas de Salima Salih / Azalea Robles / Por una poesía de la utopía: Escritura, frontera,migration / Michael Berg / Spanish / Moridor de Willy Gómez / Letras de Fuego
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