El reto individual
«Cuanto menos se vea influido este desarrollo natural del hombre por la tutela eclesiástica o política, más eficiente y armoniosa se volverá la personalidad humana, dando así buena muestra de la cultura intelectual de la sociedad en que ha crecido»: Rudolf Rocker
Existe el reto de acabar con los mandos autocráticos
y reconstruir circunstancias sociales de injusticia,
pero hay un reto que es por el que más se miente.
El más sutil, no se observa
viendo miserias y escombros materiales.
Es un lento proceso de avlá, aunque puede ser
repentino, acelerado, cuando se toca su fondo
y se saca la cara al fin del agujero.
Es reto que ocultan los hombres
en la capa profunda de la psiquis cuando se sabe
con tachas, con lacras invisibles,
posesos por decreto de perversidad.
El reto de consciencia. De volver al comienzo
(ese comienzo que llamamos Tamím,
sin tacha, perfecto), Un reto que forma
a los enfermos, a los que no se asumen.
Reto que no admite el cobarde,
reto que torna al asesino en asesino,
al sano en enfermo, sin llagas que lo delaten,
pero llagoso en su fuero,
con acumulativa inclinación o pulsión por las sombras
y el envenenamiento. Un reto camaliónico,
con muchas inconsistencias,
con muchos ocultamientos, reto de tal naturaleza
que con él trafican personeros del tutelaje,
religiosos metafísicos, sicólogos de las rebambarambas,
seudo-artífices con arte negros, políticos policiales
de escarmientos, torturadores de alma,
en suma, chantajistas, buscones,
maliciosos voyeristas del padecer ajeno.
Todos los que quieren un más allá de beneficios,
infiernos atormentadores, empacados
desde el presente por negocios, se refieren
al hecho con la pregunta capciosa:
«¿Por qué es el hombre, por su naturaleza,
perverso, por qué nada ha de cambiar
mientras haya el Mal, el demonio, el nato origen
de un caos que se encarna y se repliega
en sus causas inferiores para oprimir a todos
sin que pueda detenerse, aplacarse para siempre?
¿Qué hacer con estos seres fragmentarios?
2.
¿Será cierto que hay 200 instintos agresores?
Díme, William James, desde el instintivismo,
si el hambre tiene que hacer al hombre natamente asesino,
o si matar se aprende por necesidad
y se activa en el entorno, cuando ya no hay remedio
y se quiere vivir, quién enseñó al animal
a atacar y es el animal mejor que el hombre,
hay poco derramamiento de sangre entre los animales,
pero mira hacia Iraq, mira a los armamenstas'
y avísame luego, ¿quién es más civilizado y noble,
si el cazador deportivo, si el soldado patriórico
o una pantera, o la hiena que devora
el cadáver de lo que ya ha sido muerto?
Mira la globalidad de la agresión humana
y díme luego, William James,
si no es el proceso de avlá
nuestro reto humanístico.
Ser debil con los debiles e indefensos
y fuerte con los fuertes y el injusto.
3.
¿Quién estimula este proceso de Avilá,
la agresión del hombre en contra otros hombres,
si no este apetito post-neolítico de apropiarse
de excedentes, a todo precio, no como el cazador
que toma lo que puede, con mínimo
de sangre, y mucho menos codicia
que el hombre del presente,
¿Quién produjo la culpa con acumulación
histórica de muerte y bienes que en nada sirven
sino de privaciones ajenas y de hurtos?
Otros no tienen nada, pero sufren y envidian
y velan para un día imitar si vencen
a un poderoso, antes que los consuma
el padecer en la envidia?
¿Quién estimula este proceso de Avilá,
que hoy se retarda por no asumir el reto
(el reto individual de corregir el pasado
para comprender si alguna vez hubo
un hombre recto en todos sus instintos,
ese hombre revolucionario que he llamado
digno heredero de Tamím, el perfecto)?
17-11-2005 / De «La revolución profunda»
<>
y reconstruir circunstancias sociales de injusticia,
pero hay un reto que es por el que más se miente.
El más sutil, no se observa
viendo miserias y escombros materiales.
Es un lento proceso de avlá, aunque puede ser
repentino, acelerado, cuando se toca su fondo
y se saca la cara al fin del agujero.
Es reto que ocultan los hombres
en la capa profunda de la psiquis cuando se sabe
con tachas, con lacras invisibles,
posesos por decreto de perversidad.
El reto de consciencia. De volver al comienzo
(ese comienzo que llamamos Tamím,
sin tacha, perfecto), Un reto que forma
a los enfermos, a los que no se asumen.
Reto que no admite el cobarde,
reto que torna al asesino en asesino,
al sano en enfermo, sin llagas que lo delaten,
pero llagoso en su fuero,
con acumulativa inclinación o pulsión por las sombras
y el envenenamiento. Un reto camaliónico,
con muchas inconsistencias,
con muchos ocultamientos, reto de tal naturaleza
que con él trafican personeros del tutelaje,
religiosos metafísicos, sicólogos de las rebambarambas,
seudo-artífices con arte negros, políticos policiales
de escarmientos, torturadores de alma,
en suma, chantajistas, buscones,
maliciosos voyeristas del padecer ajeno.
Todos los que quieren un más allá de beneficios,
infiernos atormentadores, empacados
desde el presente por negocios, se refieren
al hecho con la pregunta capciosa:
«¿Por qué es el hombre, por su naturaleza,
perverso, por qué nada ha de cambiar
mientras haya el Mal, el demonio, el nato origen
de un caos que se encarna y se repliega
en sus causas inferiores para oprimir a todos
sin que pueda detenerse, aplacarse para siempre?
¿Qué hacer con estos seres fragmentarios?
2.
¿Será cierto que hay 200 instintos agresores?
Díme, William James, desde el instintivismo,
si el hambre tiene que hacer al hombre natamente asesino,
o si matar se aprende por necesidad
y se activa en el entorno, cuando ya no hay remedio
y se quiere vivir, quién enseñó al animal
a atacar y es el animal mejor que el hombre,
hay poco derramamiento de sangre entre los animales,
pero mira hacia Iraq, mira a los armamenstas'
y avísame luego, ¿quién es más civilizado y noble,
si el cazador deportivo, si el soldado patriórico
o una pantera, o la hiena que devora
el cadáver de lo que ya ha sido muerto?
Mira la globalidad de la agresión humana
y díme luego, William James,
si no es el proceso de avlá
nuestro reto humanístico.
Ser debil con los debiles e indefensos
y fuerte con los fuertes y el injusto.
3.
¿Quién estimula este proceso de Avilá,
la agresión del hombre en contra otros hombres,
si no este apetito post-neolítico de apropiarse
de excedentes, a todo precio, no como el cazador
que toma lo que puede, con mínimo
de sangre, y mucho menos codicia
que el hombre del presente,
¿Quién produjo la culpa con acumulación
histórica de muerte y bienes que en nada sirven
sino de privaciones ajenas y de hurtos?
Otros no tienen nada, pero sufren y envidian
y velan para un día imitar si vencen
a un poderoso, antes que los consuma
el padecer en la envidia?
¿Quién estimula este proceso de Avilá,
que hoy se retarda por no asumir el reto
(el reto individual de corregir el pasado
para comprender si alguna vez hubo
un hombre recto en todos sus instintos,
ese hombre revolucionario que he llamado
digno heredero de Tamím, el perfecto)?
17-11-2005 / De «La revolución profunda»
<>
El reto
«El reto que se le presenta a nuestra época no es ni la conquista del Estado y el ejercicio de su poder, con mando autocrático, ni el entontecedor parlamentarismo, con su imperativos de eficacia, sino que, por el contrario, consiste en reconstruir la vida económica de los pueblos desde la base, edificándola en el espíritu del socialismo»: Rudolf Rocker
Mire lo que hace la Revolución tan necesaria.
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Y la justicia es un techo, un bocado
para el hambre, un empleo que nos ofrezca
realización y dignidad humana,
asueto para disfrutar lo bello
que es siempre la valía que nos da sentido.
No. Nunca hablaré de la Revolución
como algo abstracto, amorfo,
sino como ese estado de consciencia
que prepara la justicia que duele
en el bolsillo, la carencia de pesos y centavos;
pero al revolucionario es a quien toca hacerla
asequible a los deprimidos, los caídos,
los irracionalemente muertos en vida,
asequible a los desesperados
que ya no tienen armas ni la noble vergüenza
de sentirse partícipes, constructores
de la necesaria voluntad de redirmirse
y cohabitar en el mundo como algo más
que la masa doliente, la mayoría
cautiva en su abismo de opresiones.
No. Nunca hablaré de la Libertad
como un espejismo.
No hay libertad sin seguridad
y, si la libertad la determina el dinero,
hay que ir a buscarlo, en favor
del alma misma, porque el alma no come
del viento ni se educa de inacciones
y la intemperie no es digna del hombre.
Cada cabeza que esté bajo un techo,
cada camino que no sea un campo de batalla
con balas perdidas de los delincuentes.
Cada negocio que no surja de una guarida
de bribones o privilegiados por su injusticia
urdida contra los pueblos.
No. Yo hablo sobre una revolución consoladora,
organizada para el aprendizaje y de una ira
contra la pobreza, los egoísmos sectarios
y fanáticos, ira porque no se queda en consuelo
y marcha decidida como los combatientes
hacia una zona de alborada y despertar.
Mire lo que hace la Revolución tan necesaria.
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Una reflexión profunda sobre el por qué están
los bolsillos vacíos, más vacíos
y miseriosos que la consciencia misma
mientras unos lo acumulan todo,
perpetuan el caos y se ríen
y se van contentos y burlones a predicar
que vivimos en el mejor de los mundos
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Y la justicia es un techo, un bocado
para el hambre, un empleo que nos ofrezca
realización y dignidad humana,
asueto para disfrutar lo bello
que es siempre la valía que nos da sentido.
No. Nunca hablaré de la Revolución
como algo abstracto, amorfo,
sino como ese estado de consciencia
que prepara la justicia que duele
en el bolsillo, la carencia de pesos y centavos;
pero al revolucionario es a quien toca hacerla
asequible a los deprimidos, los caídos,
los irracionalemente muertos en vida,
asequible a los desesperados
que ya no tienen armas ni la noble vergüenza
de sentirse partícipes, constructores
de la necesaria voluntad de redirmirse
y cohabitar en el mundo como algo más
que la masa doliente, la mayoría
cautiva en su abismo de opresiones.
No. Nunca hablaré de la Libertad
como un espejismo.
No hay libertad sin seguridad
y, si la libertad la determina el dinero,
hay que ir a buscarlo, en favor
del alma misma, porque el alma no come
del viento ni se educa de inacciones
y la intemperie no es digna del hombre.
Cada cabeza que esté bajo un techo,
cada camino que no sea un campo de batalla
con balas perdidas de los delincuentes.
Cada negocio que no surja de una guarida
de bribones o privilegiados por su injusticia
urdida contra los pueblos.
No. Yo hablo sobre una revolución consoladora,
organizada para el aprendizaje y de una ira
contra la pobreza, los egoísmos sectarios
y fanáticos, ira porque no se queda en consuelo
y marcha decidida como los combatientes
hacia una zona de alborada y despertar.
Mire lo que hace la Revolución tan necesaria.
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Una reflexión profunda sobre el por qué están
los bolsillos vacíos, más vacíos
y miseriosos que la consciencia misma
mientras unos lo acumulan todo,
perpetuan el caos y se ríen
y se van contentos y burlones a predicar
que vivimos en el mejor de los mundos
y en plena libertad.
09-11-2005 / De «La revolución profunda»
___
Bitácora personal / Julio Carmona / Bosque de Palabras / Mester de Obrería / Fernando Dorado Gómez / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez / Arte y Letras / Helios Buira / Amor y Nutrición / Kabbalah /Cuando la tarde muere / Privadamente / Cantos de ignominia
09-11-2005 / De «La revolución profunda»
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Bitácora personal / Julio Carmona / Bosque de Palabras / Mester de Obrería / Fernando Dorado Gómez / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez / Arte y Letras / Helios Buira / Amor y Nutrición / Kabbalah /Cuando la tarde muere / Privadamente / Cantos de ignominia
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