Saturday, October 18, 2008

Don Ricardo S. Alegría y el voto por el PPD


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Dr. Ricardo Alegría en las fotos


Por Arturo Cardona Mattei
/ escritor puertorriqueño

Los puertorriqueños amantes de la puertorriqueñidad están en una gran deuda con don Ricardo S. Alegría. Este hombre ha dedicado toda una vida a desenterrar e hilvanar lo que es nuestra vida de pueblo. Como alfarero paciente se ha echado encima el rompecabeza de nuestra historia. Cómo nacimos, cómo nos desarrollamos y qué somos hoy se lo debemos a este ingente arqueólogo. Con sus manos y con su mente ha logrado forjar una sólida base histórica para que los puertorriqueños podamos sentirnos orgullosos de lo que somos. Fue don Ricardo el arquitecto intelectual del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Su profundo amor por Puerto Rico está grabado en las piedras y los libros. Su acervo intelectual es infinito.

Hoy, a sus 87 años de vida hace un paréntesis para hacer una profunda reflexión sobre el destino político y cultural de Puerto Rico. Las elecciones del próximo 4 de noviembre de 2008, son de una importancia que revisten gravedad para nuestro futuro de pueblo. Don Ricardo ha hecho un llamado a todo el pueblo puertorriqueño, especialmente al pueblo independentista, para que usen su voto para preservar nuestra puertorriqueñidad, nuestra idiosincracia. Y para lograr ese paso hay que tener de nuestro lado las instituciones que hacen posible que nuestra vida de pueblo no sea trastocada. El Tribunal Supremo de Puerto Rico es una de esas instituciones que hay que salvar para que no caiga en manos de unos puertorriqueños que sueñan, acostados y parados, con encajonarnos en la falacia de una igualdad y seguridad que, según ellos, nos daría la estadidad. Esos puertorriqueños, de espíritu seco y espina dorsal fracturada, se mueren por ver la estrella 51 en la bandera norteamericana.

Concurro plenamente con don Ricardo, cuando dice: «Ofreceré mi voto, como resistencia simbólica, a la única fuerza política que en estos momentos puede detener los intentos de destruir nuestra identidad nacional y cultural, y esa fuerza es el Partido Popular Democrático».

Desde los tiempos de don Luis Muñoz Marín, el Partido Popular Democrático ha sido la enorme piedra que el anexionismo no ha podido pulverizar. Pero hoy esa fuerza política está tras el poder absoluto –Senado, Cámara y Fortaleza- para intentar una vez más la enfermiza locura de llevarnos hacia la estadidad. De llegar a ese punto, todo el ideal, todo el trabajo intelectual y arqueológico de don Ricardo sería tirado al zafacón de la historia. Recordemos las constantes fanfarronerías del otrora poderoso senador Jorge De Castro Font, cuando apuntaba de que sería el Partido Nuevo Progresista el que tomaría las riendas del Tribunal Supremo de Puerto Rico luego de las elecciones de noviembre de 2008.

Puertorriqueño, en estas próximas elecciones hay mucho en juego. Nuestra vida de pueblo está en la balanza. La puertorriqueñidad no la van a cuidar y lustrar aquellos hijos de esta isla que se sienten desgraciados por haber nacido aquí. Esos son los que pretenden corregir la ley natural que los obligó a nacer y vivir aquí. Buscan torcer esas fuerzas naturales para convertirse en lo que no son. Si pudieran, se estirarían la estatura, se pintarían el pelo, ojos y piel y entregarían todo su ADN para igualarse a los que ellos idolatran tanto. Así de radical es el complejo de inferioridad.

El pueblo genuinamente puertorriqueño tiene que ponderar el mensaje que ha tirado al país don Ricardo S. Alegría. El pedido de don Ricardo no es sinónimo de traición a la Patria. Tampoco se pone en entredicho la lealtad y limpieza del ideario independentista. El liderato político de Rubén Berríos Martínez no está a la venta. Pero estamos viviendo una realidad política muy seria. Y un mal paso pudiera trastocar los mismos cimientos de nuestra vida de pueblo.

El Partido Independentista Puertorriqueño no ha podido sembrar su ideal dentro de nuestro pueblo. Su crecimiento sigue estancado. Lo único que ha logrado es mantener una representación mínima en Senado y Cámara. Fíjense la crueldad de este pueblo para con el independentismo. Culebra y Vieques, donde Rubén Berríos mostró sus dotes máximos de líder luchando contra la Marina de los Estados Unidos, no le han respondido dándole sus alcaldías al Partido Independentista. Rubén fue a la cárcel por defender a Culebra y Vieques, y aún así el independentismo sigue paralizado en un 5% de los votantes que acuden a las urnas.

Puede que el llamado de don Ricardo tenga como resultado que el Partido Independentista pierda su franquicia. No sería la primera vez. Pero el pueblo netamente puertorriqueño no puede entregarle a las fuerzas anexionistas nuestras instituciones políticas y judiciales. El PIP podría inscribirse en menos de un año, pero el Tribunal Supremo de Puerto Rico quedaría en manos del enexionismo por muchos años. Ese es el dilema. Y nadie lo sufriría más que todos aquellos que llevamos bien adentro el ideal sublime de la independencia.

Puertorriqueñamente queda de ustedes,


18 de octubre de 2008, Caguas, Puerto Rico

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