Estudio elaborado para la Universidad Nacional Autónoma de México advierte de los peligros que implican los organismos genéticamente modificados.
A menos de cuatro meses de concluir su mandato, el gobierno del Perú emitió el 15 de abril el Decreto Supremo 003-2011, que aprueba el reglamento «sobre Seguridad de la Biotecnología en el desarrollo de actividades con Organismos Vivos Modificados agropecuarios o forestales y/o sus productos derivados del Ministerio de Agricultura». Las organizaciones indígenas, campesinas y agrarias del Perú exigen su derogatoria, porque, entre otros sólidos argumentos, los transgénicos constituyen un serio riesgo para la biodiversidad. Diversos estudios así lo comprueban, entre ellos el elaborado por Úrsula Oswald Spring para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Este estudio, titulado Transgénicos: efectos en la Salud, el Ambiente y la Sociedad. Una Reflexión Bioética, señala que «los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o transgénicos pueden producir efectos en la salud humana y animal y representan un potencial peligro a los países biodiversos. Particularmente delicada es su siembra en un país de origen, ya que México domesticó al maíz y el frijol, cuyas plantas se han convertido en alimento mundial. Debe proteger preventivamente su patrimonio natural ante cualquier riesgo».
En el Perú, las múltiples variedades de papa, maíz, quinua, maca, oca y mashua, representan la diversidad de los cultivos andinos producidos a diferente altura en las montañas, donde la diversidad ecológica va acompañada de la diversidad cultural. La confluencia de un conjunto de factores geográficos y climáticos favorece variedad de biomas, ecosistemas y hábitats.
Desde tiempos ancestrales, en el Perú el 45% de las especies de papa (más de 5200) y el 30% de oca (más de 400) fueron colectadas sobre los 3,500 m.s.n.m. Los Andes son un corredor biológico de diversas especies animales: el oso de anteojos recorre el corredor de páramos y bosques de neblina desde la Cordillera de Mérida en Venezuela hacia Perú en el sur; el cóndor, el puma se mueven a través del páramo y el bosque. Y la mitad de las plantas que se encuentran en los páramos no se hallan en otros sitios del planeta.
Riesgos de los transgénicos: Los transgénicos, según el estudio de la UNAM, pueden destruir la biodiversidad al homogeneizarla, porque han sido programados con mayor resistencia y más fácil adaptación al medio natural. «Ello ha producido una ‘bioinvasión’ de especies exóticas que han propagado enfermedades y plagas antes desconocidas (p. e. la viña kudzu o la Dutch elm illness). Científicos de la Michigan State University han comprobado que plantas resistentes a ciertos virus pueden mutarse provocando plagas desconocidas. Investigadores de Oregón documentaron que los OGM, por ejemplo la Klebsiella planticola, matan los nutrientes esenciales del suelo que facilitan la fijación biológica del nitrógeno del aire, como es el caso de la bacteria Rhizobium melitoli».
Advierte que también existen evidencias en laboratorios que transgénicos programados para producir su propio pesticida o resistencia a determinados herbicidas, provocaron resistencia en malas hierbas, lo que obligaría en un futuro a emplear pesticidas cada vez más poderosos. “Ya se documentó la asimilación del OGM resistente a la canola por parte de una planta silvestre de mostaza. Asimismo, en pocos años, el gusano del algodón se hizo inmune a los transgénicos. En ambos casos pueden surgir «superplagas» o ‘superinsectos’, difíciles de ser controlados con los pesticidas existentes, pero, sobre todo, muy violentos para el medio natural».
El estudio señala que la contaminación genética y los daños colaterales en campos aledaños a los transgénicos han debilitado biológicamente a regiones enteras. «Vientos, lluvias, pájaros, abejas e insectos han acarreado polen de OGM hacia campos aledaños y plantas silvestres. Se calcula que se requeriría una zona de protección natural de 5 kilómetros alrededor de un campo transgénico con el fin de evitar cualquier contaminación. Ello obligó a la Environmental Protection Agency a aumentar en 50% la zona de seguridad biológica alrededor de los campos sembrados con OGM».
Hay más: la Universidad de Cornell confirmó que el trigo manipulado envenenó en pruebas de laboratorio a la mariposa Monarca en su estado larvario. Existe además un potencial peligro de crear insectos resistentes a agroquímicos que pudieran destruir el entorno natural y, por ende, también afectar la biodiversidad de la fauna silvestre y la cadena trófica.
Los cambios climáticos propiciados por el calentamiento global transformarán las regiones frías en graneros ideales. El manejo masivo de transgénicos en estas zonas puede cambiar la composición natural de los elementos silvestres. Pero el mayor riesgo se presenta sin duda alguna, en las zonas tropicales, caracterizadas por su amplia biodiversidad en flora y fauna.
Esterilización: El estudio se refiere también a la tecnología terminator, la cual destruye el material reproductivo de las semillas y las convierte en estériles. Hay diversos métodos para lograrlo, como la irradiación, la esterilización, el empleo de tóxicos, antibióticos, la producción de semillas suicidas, el choque térmico y el osmótico. Adicionalmente a la destrucción del material reproductor dentro de la semilla, el uso masivo de un antibiótico de amplio espectro como la Tetraciclina puede también producir resistencias a estos medicamentos en el ser humano.
«Mientras que las plantas crecen en estrecha relación con los microorganismos existentes en el suelo, las semillas impregnadas con antibióticos crean una zona muerta alrededor de ellas. Esto no sólo afecta al frágil equilibrio microbiano del suelo, sino que obliga al productor a incrementar el empleo de fertilizantes para compensar la pérdida natural de la fertilidad del suelo, así como a aumentar sustancialmente la fertilización química, que a su vez repercute negativamente en los costos de producción y en la contaminación de los acuíferos y suelos», detalla el estudio.
En síntesis, la tecnología terminator crea una dependencia anual en la compra de la semilla, reduce la biodiversidad, destruye los microorganismos en el suelo y puede provocar resistencia a antibióticos en el ser humano y la fauna. El único beneficio está en manos de unas pocas transnacionales que garantizan una venta anual de semillas manipuladas, a la vez que aumentan el comercio de determinados agroquímicos relacionados con los transgénicos.
Lima, 4 de mayo del 2011, / Comunicaciones CAOI
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI
Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia
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