Wednesday, February 24, 2010

Un escritor pleno y fascinante: Luis Rafael Sánchez


Por Carlos López Dzur / Fundador de La Naranja de OC

No siempre se tiene el tiempo que se quiere para leer un escritor tan pleno, con temáticas ricas y variadas, como lo es éste. Por diversidad de razones, incluyendo las que origina la disponibilidad en el mercado editorial determinado, o la nacionalidad excluída de unas preferencias, u otras consecuencias del desconocimiento, se deja de leer a determinados autores. En el Caribe, sin embargo, obviar la lectura de Luis Rafael Sánchez es asunto de alta traición a la literatura.

En nombre y pretexto de «Sequoyah», grupo y revista, aprovecharé para presentar a Luis Rafael Sánchez, puertorriqueño, que desde la década del Sesenta sorprendió en el género teatral, con obras como Los ángeles se han fatigado (1960), Farsa del amor compradito (1960), La espera (1960), La hiel nuestra de cada día (1962), La pasión según Antígona Pérez (1968) y otras. En adición, en ese interín de la década del '60, también cultivó el cuento. Una muestra es su libro En cuerpo de camisa (1966).

Como lector entré contacto con su obra, cuando él ya era un dramaturgo establecido y, en la narrativa, había producido una novela (que no tardaría en ser traducida a otros idiomas) y colecciones de cuentos. Lo estimé, principalmente, por su interés en el lenguaje coloquial, tal como se desprendía de sus artículos en Claridad, escrito en puertorriqueño. Esta es una de las caracteríticas sostenidas de su quehacer literario cuando se dice: «Escribe en revistas y periódicos, crítica de arte y literatura, crítica social, e impresiones. Su estilo se identifica con lo barroco y lo carnavalesco, y su lenguaje es una ruptura con las normas de lo aceptado en la literatura. Crítica las normas sociales, según el género, la raza y el estatus socio-económico y político». Desde 1991, el crítico Julio Ortega ha dedicado enjundiosos ensayos a la Teoría y práctica del discurso popular (Luis Rafael Sánchez y la nueva escritura puertorriqueña), en su libro Reapropiaciones (San Juan, 1991), ps. 9-52.

Cuando comencé a leer su narrativa, fue obvio que su primera novela La guaracha del Macho Camacho (1976), marcó una línea divisoria entre las técnicas narrativas de «un antes y después», siendo su obra de impacto influyente en la narrativa del Caribe. Se ha analizado «su lenguaje barroco, lleno de hipérboles, juegos de palabras, eufemismos y repeticiones incesantes», viéndosela como «un retrato de Puerto Rico como una sociedad en estado decadente, en donde sus miembros son personajes corruptos por su obsesión por los productos de la cultura popular estadounidense, y que resultan graciosos y a la vez patéticos en su incapacidad para comunicarse significativamente unos con otros. Dominada por este son singular (la guaracha) y la presencia omnipresente del locutor, la novela rompe las barreras de técnicas narrativas tradicionales para crear una sintaxis regida por el caos y la monstruosa celebración de la vida».

La locución y la música, de las que Sánchez es observador agudo, son parte de los elementos descritos en ese mundo del Macho Camacho. La «guaracha» es un género de la música popular cubana, a la que Puerto Rico ha sido afín; se canta y se baila con rápido y vibrante ritmo y, en sus inicios, se tocaba y cantaba desde el siglo XVIII y XIX en teatros musicales y salones de baile de las clases bajas. En la comedia teatral y en las películas, la guaracha y la bufonería cómica se coinciden. Obviamente, es la tecnología radial y televisiva la que trae la guaracha a Puerto Rico y la que va dejando cierto impacto de decadencia espiritual en la sociedad cuando la obsesión por los productos de la cultura popular estadounidense corrompan las almas.

Si bien la contagiosa y pegajosa guaracha pulsa por revelar el espiritu alegre y optimista de los borincanos, una residual y pura puertorriquenidad y autenticidad, el autor extrapola este elemento con una tendencia obsesiva del pueblo boricua, ya no yan agradable. La adicción consumista.

En el mundo guarachero, oferta de un disco y su mensaje, sea o no ideologema lo que se adquiere en los mercados, permea con una muerte cultural progresiva en la que previamente se yuxtaponen dos tipos de sociedad. Una que tiene un entronque propio; otra que advino impuesta, desde 1898, con la violencia del colonialismo y la sucesivas ofertas de propaganda, «the products of American popular culture». Y es, dentro y a través del lenguaje, donde los conflictos han de aflorar agónicamente, aunque al parecer nada ocurre. Ese mundo ficcional es creíble y los puertorriqueños están hablando y desahablando un lenguaje que bizarramente trajo la mezcla del cliché estadounidense para hilarse en rompecabezas con el slang nativo.

Del modo que resulta, según observan los críticos es «simultaneously funny and pathetic in their inability to communicate meaningfully with one another. It is a sociopolitical work in its indictment of American and European colonialism as the cause of what Sánchez clearly considers the death of a culture». [1]

La estructura de la novela, traducida al inglés [2] por el profesor Gregory Rabassa con el título Macho Camacho's Beat ha sido comparada con las que forjaron James Joyce para su Ulysses y Virginia Woolf para Mrs. Dalloway. Y la trama es sencilla porque los personajes están muy definidos en su idiosincracia. Un senador corrupto, su «querida», y su hijo idiota; la esposa del senador y su hijo fascinado con su automóvil. Y, en ese mundo donde la vida tiende a presentarse como «una cosa fenomenal», una parte de la imaginería evocada son los avisos publicitarios («advertising slogans, puns, and pop culture references»), que Luis Rafael Sánchez utilizará para describir la penetración invasora de una cultura metropolítica (la de los EE.UU.) sobre la sociedad de una pequeña isla (Puerto Rico) «and how a fad in one can alter the culture of the other».

Posteriormente, Luis Rafael Sánchez publicó La importancia de llamarse Daniel Santos (1989), [3] texto en el que analiza los mitos y leyendas de Latinoamérica desde una perspectiva puertorriqueña con su lenguaje característico. Vuelve a verse el interés del autor por la música y los mensajes que propala. Santos, el Inquieto Anacobero, es figura fascinante para los puertorriqueños. Una mezcla de ícono afirmativo, nacionalista albizuísta, valiente y de producto internacional de disqueras y negocio. Sin embargo, más fuerte que en La Guaracha, en esta novela La importancia de llamarse Daniel Santos la crítica se concentra, no en aquel, «who give up their culture to assimilate into the American culture», sino en aquel que, como Daniel Santos, «refuses to let go of their cultural identity».

Una observación interesante de la Dra. Knights es que: «Daniel Santos es representativo por esta modernidad por su capacidad de sobrevivir a los ismos de moda, por su vitalidad, sus orígenes en la clase baja, su atrevimiento y amor por el riesgo. Para el colombiano Hernán Restrepo Luque (en su historia de los intérpretes claves del bolero y canciones), Santos adviene como todo 'un personaje para la historia de la música popular de América'» [4], afirmación que es cónsona con lo que Luis Rafael Sánchez se planteara para su novela: «Por la sintonía enardecida con la población numerosísima de los pobres, de los que viven arañando, de los cualquiera, crece y se perpetúa la modernidad del Inquieto Anacobero. Por la sintonía con las marginaciones sentimentales. Por el desembarazo con que Daniel Santos sujeta, domina y arrodilla la bestia arisca que, algunos días, se convierte en la vida». [5]

Delia Barreiro Pérez dice que esta obra es una «búsqueda de nuevos procedimientos en la elaboración del gesto renovador de la escritura. Reinterpretación de la realidad a partir de la biografía del cantante Daniel Santos, que trata de dar un rodeo a la concepción del mundo», no siendo ni cuento, ni novela, sino que «lleva dentro hondos ensayos reflexivos»; «cada fragmento aparece encabezado por una especie de titular como la de los reportajes periodísticos».

«La obra puede verse como una toma de conciencia de la particularidad del idioma y de lo que éste conlleva. Puede representar además, una caracterización del ser caribeño. La aceptación de esa concepción se refleja en que la obra se afirma en esta idiosincrasia y que desde ella formula una concepción del mundo que atraviesa su propio escenario. Conserva el ritmo oral a la vez que funciona como práctica de la lectura. Los elementos periódicos y críticos del texto subyacen en la organización que anuncia explícitamente la necesidad de transformaciones. El grado de politización de esta "fabulación" como la llama el propio autor, surge con la subversión misma del lenguaje. El texto propone la liberación misma del lenguaje de cánones cerrados y anquilosados, expone diversas expresiones que hallan hablantes en sus correspondientes estratos sociales». [6]

Gran parte de la obra de literatura ficcional de LRS es éso, como dice Barreiro; pero, en otras ocasiones, el prestigioso boricua asume frontalmente el ensayo. Y es con un género de exposición crítica donde explora los conceptos de la asimilación cultural y la cultura bipolar. Un ejemplo es su ensayo La guagua aérea, (1983) aparecido en traducción como The Flying Bus. La asimilación cultural es definida como una respuesta política al hecho demográfico de la multietnicidad que estimula la absorción de una minoría por una cultura dominante. De este libro, se observa lo matizado que está del humor irónico de Sánchez para valorar «los paradigmas tradicionalmente conservadores de identidad nacional e individual» en los contextos de la crítica postcolonial de asuntos tales como género, sexualidad, raza e hispanismo.

El crítico John Dimitri Perivolaris, quien fue uno de los primeros en estudiar minuciosamente la visión que Sánchez ofrece en la tarea de definir la identidad cultural puertorriqueña, cree que siendo Sánchez un miembro de la élite intelectual, sostiene una posición ambivalente como portavoz del «pueblo», contrapuesto al «Puerto Rican mulatto whose working-class background allows him to highlight unprecedented possibilities for political agency within popular and mass culture». Es que el mismo Sánchez dice que las microhistorias de la vida diaria que el hilvana y reflexiona son un diálogo de múltiples niveles, «fabulaciones y nada más».

John Dimitri Perivolaris, profesor auxiliar de español en la University of Manchester, Inglaterra, no puede captar muchas de las sutilezas de esta literatura de LRS para lo que demanda, como crítico, y le exige, o cuestiona, en su libro Puerto Rican Cultural Identity and the Work of Luis Rafael Sánchez (University of North Carolina Press: 2001). Mas el autor presenta esas respuestas a través de «fabulaciones» por una «nacionalidad kaleidoscópica que emerge de un sentido de dispersión y pertenencia, enraizado en la diáspora puertorriqueña». En La guagua aérea, esas fotografías en movimiento sobre la nacionalidad puertorriqueña, tomadas desdwe la altura, «at thirty one thousand feet», es significativo ese diálogo del extranjero que le pregunta al boricua: «¿De dónde eres?» y la respuesta que da: «Pues mira, eso e' lo que quiesiera saber». [7]

En otro de los libros de Luis Rafael Sanchez en el que le vemos abocado al ensayo y del que dice: «Del centenar de artículos que documentan mis alejamientos frecuentes del país natal y el transcurso de los días en el mismo, selecciono cuarenta para integrar el libro Devórame otra vez». [8] La expectativa del libro es que lo selecciona forme «un sólido cuerpo de reflexiones e indagaciones», «donde convivan, en armonía tensa y sensual, el oficio de escribir y el oficio de vivir».

Este es el escritor que fascina y que, en su expediente profesional, se incluye el haber sido Escritor Residente de la Academia de Artes y Ciencia de Berlín y del «Woodrow Wilson Center for Scholars» de Washington, además de Becario de la Fundación Guggenheim. Ya se ha retirado de la enseñanza. En el año 2000 ocupó la Cátedra Julio Cortázar, con sede en Guadalajara, México.

Su obra se ha traducido al alemán, al francés, al húngaro, al inglés, al italiano y al portugués. Para mí, fue especialmente grato haber recibido varias cartas suyas cuando apenas me iniciaba como cuentista. Fue estimulante y ya, viviendo yo fuera de Puerto Rico, como parte del material que examinara para escribir La guagua aérea, hizo un análisis de mi libro primerizo como cuentista, Las sarnas de la ira. Fue entonces la primera crítica formal, realizada por un gran maestro y magistral literato. Le pago con mi fidelidad de lector y gratitud infinita.

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Notas

[1]
E-Notes: In Contemporary Literary Criticism. Uno de los más interesantes ensayos sobre Luis Rafael Sánchez es la tesis doctoral de Julio César Sánchez Rondón para la Universidad de Nebraska (Lincoln), titulada Poética de lo Soez: Luis Rafael Sánchez: Identidad y cultura en América y el Caribe que, desde 2006, está disponible en la internet. Ver / 145 ps.

[2] Luis Rafael Sánchez. Macho Camacho's Beat. Dalkey Archive Press (April 2001), 211 págs. Hay una primera edición con Pantheon Books (1981)

[3] Hay, por lo menos, tres ediciones de La importancia de llamarse Daniel Santos desde su aparición en 1988. Una es la hecha por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico (2000), 218 ps. La obra fue objeto de una disertación de la Dra. Vanessa Knights (de la Universidad de Newcastle) en un Seminario de Música Latinoamericana, auspiciado en mayo del 2003, por el Instituto de Estudios Latinoamericano. La Dra. Knights disertó sobre «The Importance of Being Daniel Santos: Popular Modernity and Bolero.
Ver

[4] Vanessa Knights, op. cit., p. 4. Traducción mía de la cita del inglés al español.

[5] Luis Rafael Sánchez citado por Knights en el trabajo.

[6] Delia Barreiro Pérez, «La importancia de llamarse Daniel Santos», en:
Ver

[7] Luis Rafael Sánchez, La guagua aérea. Este libro tiene varias reedicciones, la segunda de 214 páginas en 1994, tercera y cuarta redicción por la Editorial Cultural, Río Piedras, en 2003 y 2004.

[8] Luis Rafael Sánchez, Devórame otra vez (Ediciones Callejón. 2004)

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Diez cantos de la ignominia /

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